Del Reforma de hoy:
María Amparo Casar
Siempre no
Mientras que en el Proyecto de Egresos de la Federación se plantea un aumento del 6.9 por ciento en gasto social y uno de 12.4 por ciento en seguridad, la propuesta para elevar el financiamiento a los partidos políticos es del 35 por cientao. No hay de qué sorprenderse.
En materia presupuestal hay dos hechos irreductibles. Primero, son los diputados los que deciden cuánto se gasta y en qué se gasta. Segundo, los diputados llegan a su curul a través de los partidos. No es de extrañar entonces que los diputados propongan un "autoaumento" de mil 300 millones para sí mismos (adicionales al 13 por ciento para sus colegas del Senado) y uno de casi 35 por ciento para gastos ordinarios de los partidos políticos a quienes ellos representan.
Lo que sí resulta sorprendente y constituye un acto de responsabilidad inusitada es que un partido político presente un punto de acuerdo para auto-reducirse el 20 por ciento de los ingresos que le corresponderían de ser aprobado el Presupuesto. Eso es lo que hizo el Partido Alternativa Socialdemócrata, el partido que recibe el menor monto de financiamiento público y el que menos recursos obtiene en la Cámara de Diputados.
El punto de acuerdo del PASC fue combatido en la tribuna del pleno y gracias a la acción concertada de PRI y PRD no pudo ser aprobado como de urgente y obvia resolución. El primero se ausentó para evitar el quórum de dos tercios que exige este tipo de procedimiento. El segundo simplemente votó en contra.
Las críticas fueron desde que la intención del PASC era dar un golpe mediático, hasta que si a los partidos les reduces el financiamiento desaparecerían (sic) pues no tendrían recursos para estar presentes en el radio y la televisión o que tendrán que buscar patrocinadores ilegales, esto es, que acabarían penetrados por recursos ilegítimos.
En algún momento de sus discursos tanto el PRI como el PRD han argumentado la necesidad de disminuir los recursos destinados a los partidos. En sus plataformas electorales aparece esta propuesta. Más aún, legisladores de ambos partidos fueron autores en 2004 de una iniciativa de ley que como tantas otras acabaron en la congeladora y en la que se planteaba una fuerte reducción en el financiamiento a los partidos y a las elecciones. Sin embargo, a la hora de votar nos dicen: siempre no.
¿Cómo interpretar esta negativa? No hay mucho margen. Pareciera que los legisladores escriben sus iniciativas para justificar su existencia -su razón de ser como diputados o senadores- o para obtener atención mediática, pero en realidad no tienen la menor intención de concretarlas.
En su rechazo al punto de acuerdo nos dicen que la medida propuesta por el PASC es insuficiente, que es una "cafiaspirina" al problema electoral, que es un "parche", que hay que estudiarla a profundidad y que hay que incorporarla a una reforma electoral integral (PRD) o a una reforma del Estado, también integral (PRI). Pero, que la reforma sea parcial o incompleta, ¿es argumento suficiente para rechazarla?
No hay duda de que las reformas integrales son indispensables y que la reducción del 20 por ciento al financiamiento de los partidos es insuficiente. A ella habría que agregar la legislación sobre propaganda electoral en los medios electrónicos, la disminución en los tiempos de campaña, la revisión de los altísimos gastos de campaña, la regulación de las pre-campañas, la compactación de los calendarios, el fortalecimiento del IFE para fiscalizar a los partidos y la revisión misma de la enorme burocracia electoral. Todas estas medidas forman parte tanto de la iniciativa presentada por el PRI-PRD como de la que presentó el Ejecutivo antes de las elecciones de este año y que muchos conflictos nos habrían ahorrado de haber sido aprobadas.
Pero tampoco hay duda de que la vía de las grandes reformas no está funcionando y que lo mejor es enemigo de lo bueno. Ante la negativa de los partidos de ponerse de acuerdo en esas grandes reformas que el país necesita y que no acaban de llegar, no queda más que intentar el simple principio de: por algo se empieza. Lo que en política pública se llama la vía incremental.
Golpe mediático o no, es necesario reconocer que con la presentación del punto de acuerdo, el PASC está exhibiendo un ejercicio de congruencia poco usual y está atendiendo una demanda generalizada que, por lo demás, tendría el efecto de devolver a los partidos algo de la legitimidad perdida.
No sobra decir que, en un contexto en el que los ingresos para el 2007 serán menores, en el que las propuestas para fortalecer las finanzas públicas simplemente no existen y en el que cada sector afectado por un recorte presupuestal moviliza a sus fuerzas para evitar ser tocado, la propuesta del PASC no puede ser más que bienvenida.
En materia presupuestal hay dos hechos irreductibles. Primero, son los diputados los que deciden cuánto se gasta y en qué se gasta. Segundo, los diputados llegan a su curul a través de los partidos. No es de extrañar entonces que los diputados propongan un "autoaumento" de mil 300 millones para sí mismos (adicionales al 13 por ciento para sus colegas del Senado) y uno de casi 35 por ciento para gastos ordinarios de los partidos políticos a quienes ellos representan.
Lo que sí resulta sorprendente y constituye un acto de responsabilidad inusitada es que un partido político presente un punto de acuerdo para auto-reducirse el 20 por ciento de los ingresos que le corresponderían de ser aprobado el Presupuesto. Eso es lo que hizo el Partido Alternativa Socialdemócrata, el partido que recibe el menor monto de financiamiento público y el que menos recursos obtiene en la Cámara de Diputados.
El punto de acuerdo del PASC fue combatido en la tribuna del pleno y gracias a la acción concertada de PRI y PRD no pudo ser aprobado como de urgente y obvia resolución. El primero se ausentó para evitar el quórum de dos tercios que exige este tipo de procedimiento. El segundo simplemente votó en contra.
Las críticas fueron desde que la intención del PASC era dar un golpe mediático, hasta que si a los partidos les reduces el financiamiento desaparecerían (sic) pues no tendrían recursos para estar presentes en el radio y la televisión o que tendrán que buscar patrocinadores ilegales, esto es, que acabarían penetrados por recursos ilegítimos.
En algún momento de sus discursos tanto el PRI como el PRD han argumentado la necesidad de disminuir los recursos destinados a los partidos. En sus plataformas electorales aparece esta propuesta. Más aún, legisladores de ambos partidos fueron autores en 2004 de una iniciativa de ley que como tantas otras acabaron en la congeladora y en la que se planteaba una fuerte reducción en el financiamiento a los partidos y a las elecciones. Sin embargo, a la hora de votar nos dicen: siempre no.
¿Cómo interpretar esta negativa? No hay mucho margen. Pareciera que los legisladores escriben sus iniciativas para justificar su existencia -su razón de ser como diputados o senadores- o para obtener atención mediática, pero en realidad no tienen la menor intención de concretarlas.
En su rechazo al punto de acuerdo nos dicen que la medida propuesta por el PASC es insuficiente, que es una "cafiaspirina" al problema electoral, que es un "parche", que hay que estudiarla a profundidad y que hay que incorporarla a una reforma electoral integral (PRD) o a una reforma del Estado, también integral (PRI). Pero, que la reforma sea parcial o incompleta, ¿es argumento suficiente para rechazarla?
No hay duda de que las reformas integrales son indispensables y que la reducción del 20 por ciento al financiamiento de los partidos es insuficiente. A ella habría que agregar la legislación sobre propaganda electoral en los medios electrónicos, la disminución en los tiempos de campaña, la revisión de los altísimos gastos de campaña, la regulación de las pre-campañas, la compactación de los calendarios, el fortalecimiento del IFE para fiscalizar a los partidos y la revisión misma de la enorme burocracia electoral. Todas estas medidas forman parte tanto de la iniciativa presentada por el PRI-PRD como de la que presentó el Ejecutivo antes de las elecciones de este año y que muchos conflictos nos habrían ahorrado de haber sido aprobadas.
Pero tampoco hay duda de que la vía de las grandes reformas no está funcionando y que lo mejor es enemigo de lo bueno. Ante la negativa de los partidos de ponerse de acuerdo en esas grandes reformas que el país necesita y que no acaban de llegar, no queda más que intentar el simple principio de: por algo se empieza. Lo que en política pública se llama la vía incremental.
Golpe mediático o no, es necesario reconocer que con la presentación del punto de acuerdo, el PASC está exhibiendo un ejercicio de congruencia poco usual y está atendiendo una demanda generalizada que, por lo demás, tendría el efecto de devolver a los partidos algo de la legitimidad perdida.
No sobra decir que, en un contexto en el que los ingresos para el 2007 serán menores, en el que las propuestas para fortalecer las finanzas públicas simplemente no existen y en el que cada sector afectado por un recorte presupuestal moviliza a sus fuerzas para evitar ser tocado, la propuesta del PASC no puede ser más que bienvenida.
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