domingo, febrero 11, 2007

Sacerdote mexicano enfrenta juicio eclesiástico por abrir debate sobre homosexualidad

A nueve años de que el sacerdote Nicolás Aguilar le fueran giradas ordenes judiciales de aprenhensión por abuso sexual de menores, es hora de que la iglesia católica no lo entrega a la justicia mexicana; solo dicen que no saben donde está... y es que bueno, la jerarquía está muy ocupada. El obispo Onésimo Cepeda ataca al PRD en la campaña presidencial y luego va los toros (por cierto al burladero, donde entran los gorrones, junto a su amigo Raúl Salinas de Gortari), mientras el arzobispo Norberto Rivera debe defender al Padre Maciel. Pero parece que otra cosa la preocupa a la jerarquía católica mexicana: la homosexualidad. Y no es que tengan un servicio de pastoral enfocado a gays y lesbianas para ya no sean discriminados o para que aunque sea, siguiendo sus metodologías, fueran fieles con sus parejas para no infectarse de vih-sida. No, la discriminación y el sida no les interesa a los jerarcas, les preocupa que un sencillo sacerdote que trabaja en comunidades de base en Yucatán haya escrito un libro donde pide perdón a sus "hermanos y hermanas homosexuales" por los ataques de la iglesia católica contra ellos/as. Que Nicolás Aguilar ni que tonterías, ahora el juicio eclesiástico será contra el sacerdote Raúl Lugo Rodríguez.

Yo compré hace meses el libro (editado por cierto en España), y se me hizo un libro novedoso, por que se veía que una mente lúcida lo había escrito. Este Doctor en Sagradas Es crituras escribe directo, al grano, sin estilos barrocos, trata sobre la homofobia católica institucional, sobre algunas vías de salida como "la revolución sexual que la iglesia" necesita y al final presenta un mea culpa dirigido a gays y lesbianas.

El caso quizá no hubiera pasado a mayores, pero ahora lo ha hecho. Un diario de importancia, como el Reforma, ha presentado en Enfoque, su suplemento de hoy sobre política, el caso como su historia principal. Copio el texto del sitio de Reforma (ya que está protegido por un firewall). Vale aclarar que los derechos del texto son del diario. Posteriormente en otro post charlaré más sobre el asunto...

A juicio eclesiástico, un sacerdote y su libro

Por Eduardo R. Huchim

Es difícil no estar de acuerdo con el padre Lugo Rodríguez. Cualquiera que sea la posición personal respecto de la homosexualidad, lo que no debiera evitarse es la discusión sin prejuicios.

Hay en Yucatán tres mosqueteros eclesiásticos, tres sacerdotes hijos del postconcilio que han hecho de la pastoral social y campesina la vía de desarrollo de su ministerio, cuya expresión más tangible es la Escuela de Agricultura Ecológica, donde jóvenes mayas aprenden el uso integral de los recursos naturales con que cuentan en el medio rural, para cubrir sus necesidades básicas de alimentación e incrementar sus satisfactores económicos y sociales.

Uno de los tres sacerdotes, Raúl H. Lugo Rodríguez, prácticamente está siendo sometido a un juicio eclesiástico por la publicación de un libro sobre homosexualidad.

La promoción de granjas y cooperativas agrícolas, la defensa de los derechos humanos en el grupo "Indignación" y la atención a un albergue de enfermos de sida son algunas de las actividades que colman el tiempo de Raúl H. Lugo Rodríguez, Atilano Ceballos Loeza y Augusto Romero Sabido, quienes protagonizan un caso de experiencia comunitaria que no es común en el clero yucateco, donde los presbíteros suelen ser lobos solitarios y a veces arbitrarios.

Con 19, 23 y 25 años de haber sido ordenados sacerdotes, respectivamente, Augusto, Atilano y Raúl han sido párrocos de comunidades ubicadas en el medio rural. Hoy ninguno de los tres es párroco y su actividad litúrgica de fin de semana se desarrolla en distintas capillas de Mérida.

Sus trabajos están evidentemente inspirados en la perspectiva cristiana de la opción por los pobres, pero no tienen la simpatía de la jerarquía eclesiástica, encabezada por el arzobispo Emilio Carlos Berlie Belaunzarán, un prelado muy cercano al poder y el dinero.

Un libro polémico

En la actualidad se está desarrollando, en Yucatán y en el Vaticano, una serie de hechos que pueden conducir a un proceso canónico formal o "juicio de doctrina" contra Lugo Rodríguez. Ello se debe a la publicación de un libro, Iglesia católica y homosexualidad (Editorial Nueva Utopía, Madrid, 2006), que en principio fue un conjunto de notas del padre Lugo elaboradas para asistir a un grupo gay que no quería alejarse del catolicismo y nutridas de consultas y confidencias sobre el tema. Puestas en internet, las notas despertaron el interés de una pequeña editorial española que, previo permiso y revisión del autor, publicó el libro.

Sin asistencia del autor, el libro fue presentado el año pasado, con el apoyo del Instituto de Cultura de Yucatán, en la disco gay "Pride" de Mérida, pese a las gestiones y presiones del mencionado arzobispo al gobierno de Yucatán para que ello no ocurriera. Al parecer este hecho decidió a las autoridades eclesiásticas a actuar contra el padre Lugo, quien fue sometido a una reprimenda privada por Berlie Belaunzarán y el obispo auxiliar Rafael Palma Capetillo.

Doctor en sagradas escrituras y experto en ciencias bíblicas orientales, el padre Raúl Lugo ha sido profesor en el Instituto Teológico Pastoral para América Latina con sede en Bogotá y en la Pontificia Universidad de México. Entre sus libros figuran Las trampas del poder (Dabar, 1994), La Biblia es verde (Comisión Episcopal de Pastoral Bíblica, 1998) y Mujeres de la Biblia, mujeres para hoy (Col/UPM, 2004).

Aunque dice no haber recibido ninguna notificación oficial sobre el proceso canónico al que prácticamente está siendo sometido, en Yucatán se sabe que el padre Lugo fue convocado en diciembre de 2006, por el arzobispo y el obispo mencionados, a una reunión en la que también estuvo presente el vicario para el clero. El motivo fue entregarle una carta en la que se le reprocha la publicación del mencionado libro porque, en opinión de los prelados, éste presenta una interpretación bíblica y un conjunto de conceptos que van gravemente en contra de las enseñanzas de la Iglesia Católica.

De acuerdo con fuentes cercanas a este caso, en la carta los prelados le piden a Lugo Rodríguez la revisión de lo que llaman "algunas formas efectivas de retractar el favorecimiento a la conducta homosexual, insinuado en el texto que publicaste, y reconozcas sinceramente las consecuencias psíquicas, espirituales, morales y físicas de la mentalidad y actividad homosexual".

En la reunión con tales obispos, el sacerdote, además, fue acusado de deslealtad y, cuando solicitó que se le señalaran las partes del libro con las que no estaban de acuerdo los prelados y que merecían corrección, Berlie Belaunzarán sólo le pidió que, cara a cara con Jesús, revisara en conciencia su condición de sacerdote católico y lo desleal que estaba siendo con la Iglesia.

Tras de reconocer las capacidades del padre Lugo, el arzobispo también le dijo que de haber puesto todos esos dones al servicio incondicional de la Iglesia, seguramente otra sería su historia. Puso como ejemplo a Rogelio Cabrera, experto biblista que recientemente fue nombrado arzobispo por el Papa.

Finalmente, el arzobispo Berlie le comentó al padre Lugo que él personalmente había recurrido a Roma para someter a juicio su libro.

Por su parte, el obispo auxiliar Palma Capetillo adujo que él tiene pruebas científicas y experiencias individuales de personas que, sometidas a un tratamiento, han podido abandonar la homosexualidad. También comentó que el sacerdote responsable de la Comisión Diocesana de la Doctrina de la Fe había mandado ya a Roma sus comentarios sobre el libro.

En su defensa, el padre Lugo Rodríguez respondió que lo que escribió es lo que piensa y se manifestó dispuesto a sostenerlo, pero también a revisar lo que puntualmente se le señalara. Rechazó, asimismo, ser desleal con la Iglesia.

-Las personas homosexuales que me hicieron confidente de sus sufrimientos, son para mí la iglesia -expresó el padre Lugo-, y el libro intenta ser un consuelo para ellas.

Alegato por el respeto a la diversidad sexual

Iglesia católica y homosexualidad plantea la discusión abierta y sin prejuicios de la homosexualidad. Es, en mi opinión, un sólido alegato a favor del reconocimiento y el respeto a la diversidad sexual y una crítica a la posición oficial de la Iglesia. "Iglesia y evangelio no deberían estar nunca en contraposición -expresa el autor-, pero sinceramente creo que en la doctrina sobre la homosexualidad sí lo están, y tengo que ser fiel a mi propia conciencia".

Raúl H. Lugo Rodríguez recuerda en el libro que, conforme al evangelio, Jesucristo nunca condenó la homosexualidad. Señala que la condena a la homosexualidad masculina -la femenina no se menciona- está en el Levítico del Antiguo Testamento, pero acota que "no todo en la Biblia tiene el mismo valor. Para los cristianos el primer o Antiguo Testamento es palabra de Dios en la medida en que conserva su referencia a la persona de Jesucristo, revelación definitiva del Padre".

Lugo Rodríguez también asienta en su libro:


"Pueden contarse por decenas los documentos oficiales en los que la Iglesia descalificó la democracia y reafirmó el origen divino de la monarquía. Éste es un pasado del que la Iglesia oficial querría mejor no acordarse, ahora que se ha convertido, al menos en sus documentos oficiales, en paladina de las libertades democráticas (siempre que no se aplique adentro de las estructuras de la Iglesia, claro). La Iglesia tuvo que dar ese cambio cultural presionada por las circunstancias históricas y, aunque sea en el último vagón y ya tarde, alcanzó a subirse al tren de la modernidad. ¿No estará ocurriendo algo similar actualmente con la concepción de la sexualidad y la familia?"

Desde una perspectiva cristiana, es difícil no estar de acuerdo con el padre Lugo Rodríguez. Yo creo que cualquiera sea la posición personal que se tenga respecto de la homosexualidad, lo que no debiera evitarse es la discusión sin prejuicios. Todo ser humano merece respeto y tiene derecho a exigirlo. Su preferencia sexual no debe ser motivo de discriminación de ningún tipo, aunque la opción propia sea la heterosexualidad.

En este sentido, en mi opinión, la Iglesia Católica debe salir del clóset, aceptar la discusión sin prejuicios y afrontar incluso la situación de sus propios sacerdotes y seminaristas que son homosexuales. Enjuiciar y condenar a quienes como el padre Lugo promueven ese debate, difícilmente puede ser conciliado con el cristianismo y su fundador.

En la parte final de su libro, el padre Lugo hace un conmovedor mea culpa, del que transcribo este fragmento, invitando a la lectura del texto completo, que aparece a continuación:

"Pido perdón porque me he asociado a quienes discriminan a las personas homosexuales, he escuchado en silencio y hasta he contado algunos chistes que los degradan. He tolerado que se hable de ellos con desprecio y se les catalogue con epítetos humillantes. He sentido temor de ser visto en público acompañado de alguna persona abiertamente homosexual... Yo, pecador y presbítero, pido perdón".

Correo electrónico de Eduardo Huchim: omnia08@gmail.com

Conózca el libro Iglesia católica y homosexualidad.

El libro de Raúl Lugo Rodríguez fue publicado por la editorial madrileña Nueva Utopía (ISBN: 84-96146-20-0. Depósito legal: M-8342-2006) y consta de 224 páginas. El autor es también poeta. Otros de sus libros son Flor que nace de la muerte (UPM, 1995) y Los primeros profetas cristianos (Comisión Episcopal de Pastoral Bíblica, 1999).

Lo vende la librería El Armario Abierto (Agustín Melgar 25, Condesa. Metro Chapultepec). Cuesta 189 pesos y se puede también adquirir por internet.



La escuela U Yits Ka'an

La escuela de agricultura creada en Yucatán por los sacerdotes Augusto Romero Sabido, Atilano Ceballos Loeza y Raúl Lugo Rodríguez se llama U Yits Ka'an, que en maya significa "Rocío que cae del cielo", y está ubicada en el kilómetro 2 de la carretera Maní-Dzan.

Dirigida por el padre Romero Sabido, imparte cursos anuales en los que se transmiten los conocimientos teórico-prácticos básicos para la agricultura ecológica: suelo, condicionamientos ambientales, clima y vegetación, horticultura, milpa, propagación de plantas, manejo de animales, manejo de la cosecha, conservación de frutas y hortalizas.

También se incluyen conocimientos sobre organización agrícola (unidades de producción, estructuras agrarias, legislación rural y factores de organización), así como sobre medicina herbolaria, servicios sanitarios y domésticos y alimentación integral. Los cursos se ocupan asimismo de la espiritualidad indígena con temas como teología de la tierra, tradiciones e historia de los mayas y lengua maya.

Pueden ser alumnos de la escuela las mujeres y varones de 18 años en adelante, con capacidad e interés en el trabajo agrícola, con capacidad de trabajo demostrada con hechos a favor de su comunidad, que cuenten con buena salud y, de preferencia, que sepan leer y escribir. Se les pide que dispongan de cuatro días a la semana (de martes a viernes) para asistir a la escuela durante 12 meses.

Epílogo de un libro polémico

"Yo, pecador y presbítero, pido perdón"

En el capítulo final de su libro Iglesia católica y homosexualidad y antes de los anexos del mismo, el padre Raúl H. Lugo Rodríguez escribió este "Mea culpa ante nuestros hermanos y hermanas homosexuales".

"Yo, pecador y presbítero, pido perdón a mis hermanos y hermanas homosexuales, en nombre mío, en el nombre de otros muchos presbíteros y en el nombre de la Iglesia Católica de la que formo parte desde mi bautismo. Pido perdón porque no he sabido apreciar el don del cuerpo y de la sexualidad, porque he puesto reparos al placer y lo he considerado algo bajo, sucio y despreciable, porque he preferido seguir a Agustín de Hipona en lugar de fijar mis ojos en Jesús de Nazaret.

Pido perdón porque me he asociado a quienes discriminan a las personas homosexuales, he escuchado en silencio y hasta he contado algunos chistes que los degradan. He tolerado que se hable de ellos con desprecio y se les catalogue con epítetos humillantes. He sentido temor de ser visto en público acompañado de alguna persona abiertamente homosexual.

Pido perdón porque no he abierto espacios para las personas homosexuales en el seno de las parroquias en las que he servido, porque me he callado ante seminaristas gays que han sido expulsados del seminario por esa única razón, porque me he guardado en privado mis opiniones acerca de la cerrazón de la Iglesia respecto a los homosexuales en lugar de abrir un debate público que tanta falta hace en la comunidad cristiana. Pido perdón porque no he sabido valorar y apreciar la entrega de tantos catequistas, ministros y servidores homosexuales que hay en nuestras iglesias, porque he bajado la voz hasta hacer un murmullo de corrillo en las reuniones de presbíteros, cuando habría debido elevarla para hablar de los homosexuales en la Iglesia.

Pido perdón porque en el sacramento de la confesión no supe decir una palabra que alentara los corazones de mis hermanas y hermanos homosexuales, blandí sobre ellos el látigo del castigo en vez de abrirles los brazos y animarlos a ser fieles a Dios en la orientación sexual que han recibido, porque me negué a bendecir las casas de quienes se habían atrevido a desafiar a la sociedad viviendo juntos, porque no quise bendecir unos anillos que iban a simbolizar su unión fiel y permanente.

Pido perdón porque he mirado con desconfianza a las personas homosexuales y he creído que la única motivación de sus acciones era la búsqueda de sexo, porque he permitido que con ligereza se hiciera una identificación entre perversión y homosexualidad, pederastia y homosexualidad, desenfreno y homosexualidad, sida y homosexualidad.

Pido perdón porque he compadecido a muchos padres de familia con hijos e hijas homosexuales, en lugar de ayudarlos a descubrir que era ésa una riqueza que Dios le regalaba al hogar para permitirle ser casa de amor, de tolerancia y de respeto a las diversidades. Pido perdón porque les recomendé que llevaran a sus hijos a terapias sicológicas para que se hicieran "hombres" o "mujeres" de verdad.

Pido perdón porque he pasado de largo frente al sufrimiento de tantos presbíteros homosexuales que he conocido a lo largo de mi vida, porque no he sabido valorar sus esfuerzos por llevar sobre los hombros la carga del celibato, porque los juzgué duramente cuando supe que mantenían relaciones íntimas con otras personas, porque no me acerqué a ellos solidariamente cuando tuvieron que padecer sanciones y censuras a causa de su orientación sexual.

Pido perdón porque me he apoyado en la posición discriminatoria que la Iglesia mantiene como posición oficial en lugar de contribuir a su desmantelamiento solamente para no arriesgar mi prestigio y mi fama.

Hoy pido perdón a Dios por no haber aprendido la vieja lección que desde la cruz nos dio su Hijo amado, la lección del amor sin excepciones y sin condicionamientos. Y pido perdón a mis hermanos y hermanas homosexuales porque pude haber hecho mucho más para pugnar por su plena participación en la vida de la Iglesia, pude haber derribado más barreras, pude haber sido más audaz.

Yo, pecador y presbítero, pido perdón."

PD. El País reporta que el sacerdote y teólogo español Bejamín Forcano presentó el libro en España y le hizo una buena crítica, explicando que este libro demuestra cuan equivocada está la iglesia católica al condenar que dos personas se quieran casar, solo por ser homosexuales.

3 comentarios:

Jennyfer López dijo...

Te felicito por todo lo expuesto, y refrendo mi gusto por los blogs como el tuyo, que expone sin cortapisas la verdad.

Que vergüenza para nosotros los católicos que seamos testigos de estas represiones, en donde los acusadores representan la falta de caridad y amor que tanto pregonan.

¿Y los sacerdotes pederastas?

silencio sepulcral.

Anónimo dijo...

He tenido la gran fortuna de leer el libro y de verdad que es una bibliografía muy interesante sobre todo para poder AMAR al projimo sin importar su condición sexual. Como lo dice el mismo autor: Jesús nunca condenó la homosexualidad; los que la condenan son los que la encabezan.

Anónimo dijo...

jesucristo nunca condeno a los homosexuales, ni nosotros debemos hacerlo tampoco al contrario debemos amralos, pero lo expuesto en este libro es una clara afrenta a nuestra fe la cual debemos fedender pues en el catecismo se respeta y se les invita a la castidad a las personas homosexuales, creo que en eso la iglesia ha sido totalmente respetuosa. ademas quisiera aclarar que este tema no es un libre debate simplemente el quiera lo acoje y se convierte y el que no se puede largar a otra iglesia en la cual permitan las relaciones entre personas del mismo sexo, tambien quiero aclarar que no condeno esta practica son hijos de Dios, pero no me da miedo defender mi iglesia y me duele ver como los mismos sacerdotes hacen ataques de esta magnitud, tambien quiero dejar un mensaje de amor a los hermanos homosexuales y esq cristo les ama como son sin juzgarles, ni condenarlos. Asi que animo, se puede salir de esto.......bueno y lo de los sacerdotes pederastas te recuerdo SON HUMANOS y jesucristo tampoco los condena si tu lo quieres hacer estas en tu derecho pero recuerda que tambien te equivocas.....y si te da verguenza de la iglesia t puedes ir a donde se te de la gana no estas obligada a ser catolica y no es falta de caridad es defender la verdad, la unica verdad que es jesucristo..... y que sabes tu de caridad??? acaso la has tenido en los momentos en que te ensañas con alguien hasta destruirlo yo t pregunto es eso amar al enemigo????