Sergio Sarmiento escribe hoy en Reforma sobre el triste caso de Eufrosina Cruz, quien ganó la alcaldía de su pueblo, Santa María Guiegolani, en Oaxaca, pero un cacique ha pedido se anule argumentando que ella es mujer... Las mujeres indígenas de su pueblo la han apoyado, y ahora el tema se discute en el Congreso del Estado. Veremos o no si en Oaxaca los usos se han convertido en abusos....
Abusos
Sergio Sarmiento
"El único Estado estable es aquel en que todos los ciudadanos son iguales ante la ley".
Aristóteles
¿Usos y costumbres? No, "abusos y costumbres", me dice en una entrevista Eufrosina Cruz Mendoza, quien fue descartada de la contienda por la presidencia municipal de su pueblo en Oaxaca este pasado 4 de noviembre debido a que es mujer.
La historia ha surgido ya en varios medios de comunicación, pero vale la pena repetirla las veces que sea necesario. Eufrosina es una mujer de 27 años de edad, contadora de profesión. Trabaja fuera de su pueblo, de Santa María Quiegolani, en Oaxaca, ya que es directora de una escuela en otro lugar, pero regresa todos los fines de semana a su comunidad con el fin de realizar labor social.
Este pasado 4 de noviembre contendió por la presidencia municipal de su pueblo en una elección que se acoge a la práctica de usos y costumbres que reconoce la Constitución oaxaqueña. Si bien la votación la favorecía, su candidatura fue anulada, se le dijo, porque es mujer, profesionista y no vive en la comunidad. La contadora ha acusado al actual presidente municipal, Saúl Cruz Vásquez, de haber impedido su elección para evitar cuestionamientos a su ejercicio.
La descalificación como candidata de Eufrosina no ocurrió sino hasta el momento en que quedó claro que estaba ganando la votación. Ella misma dice que a los hombres no se les ha impedido ocupar la presidencia municipal a pesar de ser profesionistas o de vivir fuera de la comunidad.
Los usos y costumbres han sido utilizados con frecuencia por los políticos como excusa para impedir el ejercicio de los derechos democráticos. En particular se emplean para pisotear los derechos de las mujeres y de las minorías religiosas. Por eso Eufrosina Cruz Mendoza los rechaza argumentando que se trata de "abusos y costumbres".
Eufrosina estudió contaduría para escapar a la suerte de su hermana mayor, casada por el padre cuando era una niña de 12 años y que ha sufrido una vida de embarazos constantes. Sus estudios le sirvieron para escapar de la virtual esclavitud a la que los usos y costumbres someten a tantas mujeres indígenas.
Los políticos varones han encontrado en estos usos y costumbres una forma conveniente de mantener a las mujeres y a las minorías en su lugar. Para ello han conjuntado una extraña alianza que trasciende las ideologías. Diódoro Carrasco, quien fue gobernador de Oaxaca por el PRI y hoy es diputado federal por el PAN, se manifiesta orgulloso de haber impulsado leyes que reconocían los usos y costumbres en las comunidades indígenas oaxaqueñas. El subcomandante Marcos y otros líderes políticos del llamado Ejército Zapatista de Liberación Nacional demandan que los usos y costumbres se reconozcan legalmente a nivel nacional. Los Acuerdos de San Andrés Larráinzar incluían precisamente propuestas para este reconocimiento. Xóchitl Gálvez, comisionada para los pueblos indígenas en la Presidencia panista de Vicente Fox, es una abierta defensora de los usos y costumbres. Muchos políticos y pensadores que se consideran de izquierda aplauden también la observancia de estas prácticas sin darse cuenta de que su posición es profundamente conservadora.
El derecho de cualquier persona de vestirse como quiera, o de mantener las tradiciones o religión de su elección, es no sólo aceptable sino que siempre ha estado garantizado por la Constitución. Cuando se discute sobre los usos y costumbres se habla fundamentalmente de aquellos puntos en que su aplicación viola los derechos individuales. Estamos hablando de negar a las mujeres los derechos de que gozan los hombres por el simple hecho de ser mujeres, de expulsar a miembros de una comunidad por practicar una religión diferente a la mayoritaria, de violar los derechos de propiedad, de no respetar el sufragio efectivo, de expulsar a los homosexuales, de obligar a las personas a realizar trabajos obligatorios y sin remuneración para la comunidad, de esclavizar a niños y mujeres.
No me sorprende que los caciques de siempre busquen defender los usos y costumbres; éstos les dan instrumentos para seguir tomando ventaja de los indígenas de nuestro país. Lo que resulta asombroso es que personas que se autodenominan progresistas o de izquierda insistan en mantener prácticas feudales en las comunidades más desprotegidas de México. Deberían mejor escuchar los puntos de vista de Eufrosina Cruz Mendoza, esa mujer indígena despojada de un triunfo electoral por ser mujer y para quien los usos y costumbres no son más que una forma de abuso para los más débiles.
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