viernes, mayo 01, 2009

La teoría de conspiración o fast food para flojos


Un gran post de Andrés Lajous - bueno lo que ha escrito toda la semana de hecho - sobre la triste utilidad de las teorías de conspiración. Cuando mucha gente me cuenta truculentas historias de conspiración solo pienso en un término freudiano: la proyección, ese extraño mecanismo de defensa de la psique humana. La gente proyecta sus miedos y ansiedades en chivos expiatorios en tiempos de crisis. En la Edad Media se perseguía en tiempos de la peste a judíos, mujeres libre... y hoy, no me extrañaría que hoy también.

Pensando bajo la influencia 1



La lógica contra la experiencia (y al revés)

Creo que no hay mejor momento para contrastar la diferencia entre apoyarse únicamente en las argumentaciones e inferencias lógicas y apoyarse en la experiencia para tratar de entender nuestra forma de estar en el mundo. Este fuerte contraste, lo hacen evidente la discusiones y declamaciones que circulan por Internet para "denunciar" la conspiración de intereses que -dicen- han generado un estado de emergencia con la epidemia. Unos son más duros que otros, unos denuncian sin empacho, y otro simplemente nos llaman a tener cuidado. Sin embargo, en ambos el mensaje es "no le deben tener tanto miedo a la enfermedad como al gobierno".

Creo que lo atractivo de las teorías de la conspiración tiene que ver con que en estos momentos difíciles e inesperados a lo que la mayoría podemos recurrir con facilidad como referencia para entender lo que sucede es la lógica. Es decir, podemos todos, decir sí A tienes intereses X, y que Y suceda hace que A cumpla más o mejor sus intereses X, entonces es posible que A haya creado Y. Como se puede notar, para aseverar eso, no tuve que recurrir a nada de lo que está sucediendo, no tuve que pensar en la experienicia implícita en que gente enferma, en hospitales ocupados, en enfermedades detectadas. Pude hacer una inferencia lógica que es aplicable a cualquier suceso. Esas sencillas inferencias lógicas es lo que hacían al marxismo (al más chafa) y también a los ideólogos neoliberales tan chocantes. No necesitan saber lo que sucede en los momentos particulares para ya tener una conclusión. No ponderan las diferencias entre una cosa y otra, sólo aplican una receta que siempre les da la misma respuesta. Los teóricos de la conspiración no están descubriendo nada nuevo, simplemente están recurriendo a algo sencillo, fácil, y que a veces puede sonar inteligente. Es muy fácil ver el video del Shock Doctrine, no poner atención a lo que sucede alrededor y decir: ya tengo la respuesta, ¡esto es una conspiración! Efectivamente ver un video no necesita mucho esfuerzo. Reflexionar y ordenar lo que sucede cada momento requiere más atención y toma tiempo. Cuando las respuestas son complicadas, las teorías de conspiración suelen ser una forma de hueva mental.

La medicina y las enfermedades son particularmente susceptibles a este tipo de razonamiento. Hasta principios del siglo XX las enfermedades se trataban como una ciencia lógica que menos tenía que ver con la experiencia y más con la facilidad para construir argumentos consistentes. Por ejemplo la idea que había antes de sangrar a los enfermos o de provocarles ampollas, era común porque se creía que el cuerpo humano simplemente estaba basado en ciertos equilibrios, que a veces eran rotos y que a lo máximo que podíamos aspirar era a reajustarlos. Así se entendía que el problema de un enfermo era que tenía "sangre mala" y entonces que había que dejar salir esa sangre. Si alguien tenía una enfermedad respiratoria era porque había respirado mucho "aire malo" y entonces necesitaba de "aire bueno", etc. Es decir, las enfermedades se centraban en el cuerpo como una totalidad con coherencia lógica, no en lo que se iba viviendo parte por parte.

Por suerte a principios del siglo XX la medicina dejó de ser una ciencia lógica y se convirtió en una ciencia experimental. Lo importante no sólo era observar sino también intervenir de manera sistemática. Lo que se conoce como el método científico, permite intervenir y controlar esa intervenciones para que se parezcan unas a otras. Los razonamientos e inferencias lógicas se hacen a partir de la repetición de esos experimento, no a partir de un presupuesto equilibrio. Cuando uno empieza a pensar así, tiene que asumir que no sabe a dónde puede llegar. El resultado no se puede conocer antes de probar varias veces. Parece que en el caso de la epidemia en México, por fin el gobierno ha ido desarrollando la capacidad para comunicar que eso es lo que tiene que hacer. Que no tiene conclusiones previas, ni destinos definidos. Tiene esperanzas, cálculos basados en la experiencia del momento o en experiencias pasadas, pero no tiene una solución final que surja de la lógica simplemente. Literalmente como cuando se caliente al agua, aunque creemos que se va a calentar, hay que tentarla para estar seguros.

En la alerta de los conspiracionistas, hay algo que rescatar. Vale la pena reconocer que nuestros gobiernos han resultado ser pocos efectivos, y fácilmente son sujetos a intereses privados que sólo buscan beneficios particulares. Sin embargo, no sólo ahora debemos de tener esta alerta en mente. Todos los días nuestros gobiernos responden a intereses que no rinden cuentas, que sólo se mueven bajo la opacidad de la actividad "política", y que les vale un comino el resto de la sociedad. Pero eso lo hacen con o sin epidemia. También es verdad que hay otras muertas, y otras enfermedades en nuestro país, pero los conspiracionistas sólo ahora parecen estar concientes (aunque es raro que no confian nadita en el gobierno, pero sí en las cifras que genera el resto del año ¿?).

Pero la peor parte de la lógica de la conspiración es que no hay nada nuevo que aprender. Ellos ya lo saben todo, y no hay necesidad para preparase mejor para lo inesperado. Lo único que tiene que hacer un conspiracionista es seguir denuncia la conspiración, pero nunca tiene que tomarse la tarea de aprender de la experiencia pasada, porque esta no existe a menos de que sea congruente con estrcuturas lógicas definidas previamente.


1 comentario:

Anónimo dijo...

En el asunto de un riesgo sanitario no hay vuelta de hoja. El tema es el resíduo político, social o moral que se puede capitalizar al respecto. Cuando a uno lobombardean indiscriminadamente para que luego las mismas autoridades se contradigan, uno puede pensar en que la información se manoseó convenientemente. Conocimiento es poder y aplica también para el sometimiento social. No soy conspiracionista pero no dudo que se pueda aprovechar cualquier evento para sacar raja en favor de unos, sometiendo sicológicamente a otros