domingo, junio 07, 2009

María Amparo Casar: el voto nulo es testimonial, pero no eficaz

Copio del suplemento Enfoque del Reforma de hoy:

Testimonial, no eficaz


Reportaje Elecciones 2009



María Amparo Casar, Doctora en ciencia política por la Universidad de Cambridge.


Las vísceras me llevan a sumarme a todos aquellos que están en favor de anular su voto. ¿Por qué? Por la simple razón de que he observado que cuando alcanzan el poder, todos los partidos lo ejercen de manera muy semejante. Porque los ocho se han empeñado en obstaculizar las reformas que este país necesita, porque los ocho hacen un uso patrimonialista del poder, porque los ocho se doblan ante los poderes reales, porque los ocho dicen que censuran el corporativismo pero en él se apoyan, porque los ocho se acusan de violar la ley pero la violan constantemente, porque los ocho se cargaron a las autoridades electorales, porque...

Víscera aparte, pienso que salvo que el único propósito sea de carácter testimonial la opción de anular el voto es poco eficaz, tanto como acción individual como colectiva. Pero los promotores del voto nulo me dicen que su objetivo va más allá de manifestar su profunda decepción, extremo descontento y absoluta reprobación del sistema de partidos y la calidad de sus gobernantes (de las tres ramas de poder y de los tres órdenes de gobierno). Buscan además provocar una reacción entre los partidos, abrirles los ojos, hacerles tomar conciencia y cambiar su conducta.

Para estos propósitos la anulación es ineficaz. ¿O realmente creemos que la anulación del voto del 10 por ciento de los electores va a provocar en los partidos un acto de contrición y que como resultado comenzarán a preocuparse por los más necesitados, por hacer de México un país más competitivo o un país de leyes? No. El negocio de los partidos es llegar al poder con uno o con un millón de votos. Con esos votos gobernarán a los que votaron, a los que se abstuvieron y a los que anularon.

Si queremos eficacia, las formas tradicionales de hacer política son más recomendables: formar un partido (con el 10 por ciento de los anuladores sobra), entrar a un partido y cambiarlo desde dentro, cabildear a los legisladores para que hagan ciertas reformas, hacer un movimiento social, denunciar los actos de corrupción, participar en marchas, agruparse a favor de ciertas causas. Todas estas alternativas suponen mucho más trabajo que simplemente acudir a las urnas y anular el voto. Suponen participar, y la sociedad mexicana no está dispuesta a hacerlo. Según la Encuesta Nacional de Cultura Política y Participación Ciudadana menos del 10 por ciento de la población ha participado alguna vez en actividades de este tipo.


2 comentarios:

Gabriel dijo...

El voto nulo y el tío Lolo.

El voto nulo, el voto bulo, se basa en una falacia, tan perniciosa como autocomplaciente: los políticos son los malos y nosotros los buenos. Eso no es más que un cuento de niños con el que nos confortamos. Y nos engañamos

De lo tal desprende una ominosa ganancia secundaria: ellos, los políticos, son los culpables de todo, y quienes debieran arreglarlo. Nosotros, menores perpetuos no; nunca.

Se conforma así un acuerdo nacional que se engendra en una relación de complicidad codependiente. Que requiere de participantes dispuestos a abusar y a ser abusados.

Somos victimas propiciatorias de nuestra indefensión. Somos esclavos mentales de un régimen autocrático que ya no existe más.

Anulando el voto, somos los mismos mexicanos que devolvían voluntariamente sus tierras al patrón en la época de Cárdenas. Anularnos voluntariamente haciendo inefectivo nuestro derecho a elegir. Es tirar al caño el legado del Dr. Nava, Madero, Octavio Paz y Heberto Castillo. Y de muchos otros, con los que estamos en deuda.

Si la abstención equivale a un tiro en el pie de la soberanía popular. El voto nulo es el suicidio ciudadano. Atentar contra las vías electorales para acceder al poder, allana el camino a las soluciones de fuerza y de violencia.

Es propio del pensamiento mágico infantil, creer que con un gesto, más bien un berrinche, todo cambiará, y para bien, de un día para otro. Pues papá gobierno ahora sí lo arreglará, pues ahora sí nos escuchará y nos hará caso.

El ogro filantrópico ha muerto. Es tiempo de los ciudadanos.

Seguir cambiando a este país requiere: perseverancia, inteligencia y paciencia. México, no se transformará súbitamente. Votar en blanco, o marchar de blanco no bastan. Hacen falta: compromiso, madurez y tolerancia a la frustración.

Nuestros representantes son un reflejo de nosotros; muestran como somos, y esa imagen nos repugna. Romper el espejo no mejorará nuestra apariencia. Pero si nos pone en riesgo de cortarnos.

Gabriel González Fuentes.

Propuestamcd.wordpress.com

Luis Reyes dijo...

Nulidad de facto
Cuando participe en las elecciones de 2003 con un porcentaje mínimo de recursos en comparación a otros partidos entendí que en realidad el derecho de votar y ser votado es mera retorica que la ley señala, pues aun cuando estoy de acuerdo en un sistema partidista puesto que de otra forma el riesgo es mucho mayor, de nada sirve tal derecho partidista cuando lo que se vota cada vez, son menos los principios y las plataformas y son más las personas, el riesgo de ello es la latencia de la elección mesiánica o comercial de un líder, que la elección de una nación por un sistema de gobierno.
Esta falta de elecciones nos hace caer en un sistema de voto comercial y de decisión de voto en base a personalidades y no a plataformas lo cual anula la posibilidad de ser votado en lo que es la idea de un sistema partidista y ello conlleva a tener un sistema de particulares que pueden ser electos comprando un partido político.
Tal circunstancia no puede cambiar de no cambiar el sistema propio de elección de candidatos y así mismo de plataformas políticas incluso de rendición de cuentas de los gobernantes y de evaluación del desarrollo de los planes de trabajo de acuerdo a la plataforma planteada que fue electa.
Sin embargo en un país como el nuestro estamos muy lejos de llegar a ello y peor aun cuando navegamos en la dirección opuesta dirigiéndonos más bien a un sistema personalista en donde el plano comercial se ha posicionado sobre la propuesta política y es la capacidad económica de conducción de una campaña la que otorga las verdaderas posibilidades de acceso al poder y por el poder mismo sin que para ello importen o se puedan medir cualitativamente las capacidades de quien nos gobernara, al grado tal que hay personajes capaces de ganar una campaña solo gritando YA YA YA YA Y bajo el lema de “VAMOS” sin necesidad de decir una palabra más.
Es en todo caso un sistema electoral en donde es la capacidad de posicionamiento mediático la que importa y la de contratación de los mejores mercadologos que saben que producto vender. Incluso en el mejor de los casos en este sistema democrático podemos elegir al líder histórico que no tiene más que su propio liderazgo para gobernar, legislar sin necesidad alguna de propuesta de gobierno ni de una idea clara de política gubernamental.
Ello es entonces una carencia de ideas de gobierno, una carencia de ideología política, una carencia de sociedad informada y responsable y por consecuencia una sociedad que vota comercial o volublemente y ello es un vicio del consentimiento que por consecuencia recae en una nulidad relativa o absoluta si lo analizáramos desde un punto de vista formalista y privado, sin embargo en tratándose de derecho público no sería aplicable por la naturaleza del mismo acto mas no se puede pasar por alto que en un sentido estricto es el sistema electoral de facto un voto nulo.
Luis Alberto Reyes Juárez
Querétaro