Pensando en I Robot y en los niños de "diseño", encontré de nuevo a Pierre Teilhard de Chardin -que hace mucho no leía y F me recordó hace poco- geologo y sacerdote jesuita francés. Escribió un gran libro en 1961, el Himno al Universo. En la página 94 de la edición que publica Trotta, De Chardin dice:
"¿Por qué, hombre de poca fe, hay que temer al progreso del mundo? ¿Porqué multiplicar imprudentemente las profecías y las prohibiciones: "No vayáis..., ni intentéis..., todo lo conocido: la Tierra es vieja y está vacía: ya no se encuentra nada..."? ¡Intentadlo todo por Cristo! ¡Esperarlo todo por Cristo! Nihil intentatum! He aquí precisamente, por el contrario, la auténtica actitud del cristiano. Divinizar no es destruir, sino sobrecrear. Jamás sabremos del todo lo que la Encarnación espera todavía de las potencias del Mundo. Nunca esperamos bastante de la creciente unidad humana."
De Chardin es de la pocas pero poderosas razones por las que aún soy cristiano. Unifica muchas de las cosas en las que creo o me identifico: mi sed espiritual con mi sed científica, y mi esperanza por un mundo mejor, lo que los cristianos llamamos el Reino. El fue de los primeros en ver que la humanidad crearía una gran capa nerviosa que la interconectaría y la haría una aldea global, y la llamó la noósfera. Un pionero del que hablaré más.
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1 comentario:
Vaya! es una sorpresa y un gusto escuchar hablar de T.C., me pasa como a ti, es de las pocos marcos de pensamiento que permiten congeniar la confianza en la ciencia y en el cristianismo. :)
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