viernes, enero 27, 2006

Que la paz no sea contigo...

Leer para creer, según el reporte de Religión Digital:

"Todo comenzó con una inocente solicitud de un parroquiano en una pequeña iglesia en un pueblo de Irlanda del Norte. Pedía, preocupado, poner fin al tradicional "saludo de paz" durante la misa aduciendo que dar la mano al desconocido de al lado podría propagar gérmenes e infecciones.

El padre Patrick O'Kane, de Ballymagroarty, siempre pensando en el bienestar de sus feligreses, les ofreció la opción de no estrecharse la mano durante la misa.

El sacerdote sugirió que si la gente estaba preocupada por pescar algún microbio indeseado, simplemente sonrieran o inclinaran la cabeza para indicar "la paz sea contigo".

El padre O'Kane nunca pensó sin embargo que su gesto fuera a desatar la ira de otros católicos..."

Pues como iba a pensar en eso el padrecito, si en lo último que piensan de Benedicto hasta él es en los fieles. Todavía hay jóvenes que desean entrar a la iglesia como sacerdotes para cambiarla, lo que no saben es que será al contrario, el control jerárquico, con sus castigos y premios, los cambiará a ellos. Y la paz dejará de estar con ellos, y nosotros...

1 comentario:

Apolo Artemis dijo...

Recuerdo una historia que leí de niño creo que era de “algún” Santo Tomás. Recuerdo que él era un hijo de la chingada hecho y derecho, al fina de su vida terminó solo, viejo y pobre. Una noche un indigente leproso le pidió hospitalidad, este se la brindó, el indigente por la noche moría de frío y al no haber otra cosas que ofrecer para tibiar su cuerpo el futuro Santo lo abrazó y le brindó calor con su cuerpo sin importar que fuera un leproso al que estaba abrazando. Después resultó que el indigente era JHS en persona y después de su sacrificio le abrió las puertas del paraíso y ahora es un santo.
Me pregunto si esta historia se hubiera desarrollado en ésta época y en vez de lepra hubiera sido SIDA que debió de habar pasado en ese abrazo para ganar la Santidad.
Tanto miedo por enfermarse de algo en la iglesia, que vengan un 12 de diciembre a la Basílica y verán lo que es miedo. Puedes morir de tifoidea o cólera por comer en alguno de los puestos que circundan el templo o ser asaltado o que de menos te insolas, deshidratas, o ya de perdida te aplastan. Y aun así hay como 8 millones de visitantes ese día.