El Times de Londres presenta un muy interesante artículo de Ian Buruma, donde examina el extraño afecto entre muchos y muchas intelectuales y el autoritarismo de izquierda - y yo agregaría el de derecha también.
Comenta Buruma:
"Cuando el novelista cubano Reinaldo Arenas logró escapar a los Estados Unidos en 1980, después de años de persecución por el gobierno cubano por ser abiertamente homosexual y disidente, el dijo: "La diferencia entre los sistemas comunista y capitalista es que, aunque ambos te dan una patada en el trasero, en el sistema comunista uno tiene que aplaudir, aunque en el sistema capitalista uno puede gritar. Y yo estoy aquí para gritar."
Una de las cosas más vergonzantes para los artistas e intelectuales que viven bajo la obligación de aplaudirle a los dictadores es el espectáculo de colegas en sociedad más abierta aplaudiendoles por su propia voluntad... Stalin fue aplaudido por Sydney y Beatrice Webb. Mao fue visitado por un constante flujo de adoradores de Occidente, algunos cuyos nombres pueden todavía producir muecas de disgusto en China. Castro ha recibido por años la adulación de estrelas literarias tales como José Saramago y Gabriel García Márquez. Hasta Pol Pot encontró favores entre bien conocidos periodistas y académicos..."
A esta lista de autoritarios se pueden agregar desde Hitler, que tuvo cierta simpatía de Wittgenstein, hasta el Subcomante Marcos, que hasta hace poco tenía una fan en Elena Poniatowska. Y partidos políticos enteros adoran a autoritarios. Muchos en ell PRD adoran al Che Guevara, un idealista sí pero que murió con sangre en sus manos; muchos en el PAN adoran aún al General Franco, otro que en nombre de ideales inundó a España en ríos de sangre...
La pregunta es: ¿porqué las y los intelectuales son tan ingenuos con el poder?
Comenta Buruma:
"Cuando el novelista cubano Reinaldo Arenas logró escapar a los Estados Unidos en 1980, después de años de persecución por el gobierno cubano por ser abiertamente homosexual y disidente, el dijo: "La diferencia entre los sistemas comunista y capitalista es que, aunque ambos te dan una patada en el trasero, en el sistema comunista uno tiene que aplaudir, aunque en el sistema capitalista uno puede gritar. Y yo estoy aquí para gritar."
Una de las cosas más vergonzantes para los artistas e intelectuales que viven bajo la obligación de aplaudirle a los dictadores es el espectáculo de colegas en sociedad más abierta aplaudiendoles por su propia voluntad... Stalin fue aplaudido por Sydney y Beatrice Webb. Mao fue visitado por un constante flujo de adoradores de Occidente, algunos cuyos nombres pueden todavía producir muecas de disgusto en China. Castro ha recibido por años la adulación de estrelas literarias tales como José Saramago y Gabriel García Márquez. Hasta Pol Pot encontró favores entre bien conocidos periodistas y académicos..."
A esta lista de autoritarios se pueden agregar desde Hitler, que tuvo cierta simpatía de Wittgenstein, hasta el Subcomante Marcos, que hasta hace poco tenía una fan en Elena Poniatowska. Y partidos políticos enteros adoran a autoritarios. Muchos en ell PRD adoran al Che Guevara, un idealista sí pero que murió con sangre en sus manos; muchos en el PAN adoran aún al General Franco, otro que en nombre de ideales inundó a España en ríos de sangre...
La pregunta es: ¿porqué las y los intelectuales son tan ingenuos con el poder?
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