miércoles, noviembre 08, 2006

Por qué las uniones del mismo sexo no atacan a la familia

Hoy miércoles 8 de noviembre abro el Reforma y veo una carta de una lectora, de Claudia Catalayud, que creo de forma sincera escribe el sentir que es también de muchas personas más. Copio su carta para poder contestarle:

"Francamente estoy preocupada por la familia mexicana. No tengo absolutamente ningún problema con las personas homosexuales. Sin embargo, me opongo rotundamente a la propuesta de la Ley de Convivencia, ya que eso se contrapone directamente a la Constitución de 1917, que define al matrimonio como la unión legal de un hombre y una mujer. Esto que se pretende traerá gran confusión a los niños, a los jóvenes, dado que sólo existen dos sexos: hombre y mujer. Nada más."

Primero antes que nada, gracias a Catalayud por escribir y participar en el debate. Creo que como ciudadana interesada ayuda a enriquecer la construcción de una democracia más vital, y también creo que usando argumentos también está abierta a otros que le convenzan hasta de lo contrario que ella defiende. Espero que al menos los que piensan como ella se abran al dialogo honesto.

Vayamos a los argumentos. Ella comenta que está preocupada por la familia mexicana, y creo en general todos, pero quizá por razones diferentes. Ella teme que el dos ciudadanos/as se unan de forma legal amenaza a la familia - ah, siempre y cuando sean del mismo sexo. Yo creo que al contrario, que dos personas se comprometan en amor y respeto es bueno para la familia y para toda la sociedad. ¿Qué interés público hay en que una pareja gay no pueda tener derechos de sucesión, de seguridad social? ¿Qué pasa si alguno/a debe ser hospitalizado y la pareja no puede tener derecho a visitarle? Y si puede visitarlo... ¿eso amenaza a la familia heterosexual? Para nada. Entre más compromiso haya en la sociedad mucho mejor. Ella defiende la Constitución de 1917, sin embargo yo defiendo la del 2001, cuando el artículo primero se reformó para prohibir todo acto de discriminación por cualquier razón. ¿Por qué ciudadana/os que trabajan, pagan impuestos, votan... es decir llevan una vida ciudadana no puede acceder a un derecho civil básico, como es el del casarse con quien quieran? El Estado no está para imponer una X moral pública, sino para hacer que los/as ciudadanas/os lleven vidas plenas de acuerdo a sus propias decisiones de vida. El Estado no es nadie para decirnos con quien o no casarnos o unirnos legalmente. El matrimonio está definido legalmente hasta ahora como un contrato sólo entre heterosexuales, porque se suponía que era un contrato para apoyar la reproducción, pero entonces... ¿las parejas heterosexuales estériles no pueden casarse? Claro que sí, y es que el matrimonio no es sólo para tener hijos, es un compromiso de vida para apoyarse mutuamente. ¿Por qué dejar ese don sólo a los heterosexuales? ¿Acaso es un privilegio sólo de ellos?

Comenta la lectora que los jóvenes se confundirían ya que sólo hay dos sexos, el del hombre y la mujer, y nada más. Creo que la juventud no se confunde, más bien está más adelantada que los adultos en estos temas, que por desgracia se quedaron con formaciones de tiempos en los que la diversidad sociale estaba callada por hegemonías que empiezan a desaparecer. Los y las jóvenes no temen a sus amigos, padres y madres, hermanos, hermanas, primos, tíos y tías homosexuales, temen a quienes los y las odian.

La lectora tiene razón en que sólo hay dos sexos, el de hombre y mujer, pero falta algo: hombres y mujeres tienen géneros (masculino o femenino) y tienen orientaciones sexuales (homosexual, heterosexual y bisexual). Es decir pueden haber hombres femeninos heterosexuales, hombres masculinos homosexuales, mujeres femeninas homosexuales, mujeres masculinas heterosexuales... y que decir cuando sumamos a las combinaciones a los y las bisexuales, que no son pocos. Es lo interesante de la sexualidad humana: es diversa, y es rica, y así es. No todo queda en sólo ser hombre o mujer en el sexo, ese es sólo el principio de la ecuación...

Espero que la lectora pueda leer esta incipiente respuesta, y espero que pueda ver que la unión legal de ciudadanos/as del mismo sexo no busca debilitar a la familia, sino al contrario, y la evidencia empírica generada en los últimos 20 años en varios países enfoca a esa dirección.

Ojalá México aprenda poco a poco a discriminar menos, y a aceptarse más.

- Para otra respuesta quizá mejor que la mía está la de un gran médico, el doctor Jorge Saavedra, director del Censida.

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