Una crónica de alguien que estuvo hace ocho días en el show final de López Obrador y que condujo magistralmente la gran teatrera de teatreras Jesusa Rodríguez. Copio de Radical Chic:
Dieciseis. La otra mitad.
El 16 de septiembre fue la Convención Nacional de Andrés Manuel que poco tuvo de Democrática. Le encontré más parecido al Show de la Laura en América: "Señorita Laura, Señorita Laura, el me mintió, yo lo conocí en una pollada y me robó mis votos...". Un show, como su nombre lo indica es algo montado, preparado. Y cómo no sería un espectáculo si quien llevaba la batuta del evento era la mismísima directora de teatro Jesusa Rodríguez. Ella si se sentía como pez en el agua: dirigiendo y organizando un verdadero espectáculo, con todo y la voz de Regina Orozco para el Himno Nacional. Un cabaret para, según sus propias cifras, un millón de personas en la plancha del Zócalo. No hubo ningun espacio de discusión, sólo discursos. La plana mayor escuchaba desde el templete y ninguno de ellos sonreía, muy pocos aplaudían y daban la impresión de estar cumpliendo un trámite. Pero para mi era distinto. Parada a la altura del templete en una grúa, pude ver a la gente que se la creía y a la que no.
Pude notar en los adultos mayores las ganas de creer. Me enternecí como cuando miras a los niños poner su carta en el árbol de navidad. Igualito. Esperando el regalo, la dádiva, creyendo y deseando, portándose bien, siendo buenos con el líder, aplaude que aplaude. Pero el momento cumbre fue cuando Andrés Manuel terminaba su discurso arengando a la gente con una frase digna de mis peores pesadillas: "Esto es un tengan pa´que aprendan!!!" Acto seguido: bravos, alaridos, hurras, aplausos, (se vería bien uno que otro desmayado), más gritos y otro "Tengan pa que aprendan" y yo buscandole los cuernos en la mano... porque uno dice tengan y pone cuernos de perdida. Pero no había necesidad porque todos entendemos lo que eso significa. Es la forma coloquial de hablar de revanchismos, de venganza, de lecciones vertidas por los superiormente morales, una nalgada para el que se sale del huacal, una paliza para el que contesta mal, es decir, una forma de poner a alguien en su lugar. Y de qué forma.
Este acto fue algo a medias, a medias un chiste, a medias un mítin, a medias una votación, a medias una ilusión y una tragedia, a medias una histeria colectiva y a medias una esperanza, a medias un presidente y a medias mi emoción.
Y después de todo aplaudí por el mejor performance jamás realizado en la historia de nuestro país. Otra, otra... y nadie me coreó. Qué faltos de sentido del humor.
Pude notar en los adultos mayores las ganas de creer. Me enternecí como cuando miras a los niños poner su carta en el árbol de navidad. Igualito. Esperando el regalo, la dádiva, creyendo y deseando, portándose bien, siendo buenos con el líder, aplaude que aplaude. Pero el momento cumbre fue cuando Andrés Manuel terminaba su discurso arengando a la gente con una frase digna de mis peores pesadillas: "Esto es un tengan pa´que aprendan!!!" Acto seguido: bravos, alaridos, hurras, aplausos, (se vería bien uno que otro desmayado), más gritos y otro "Tengan pa que aprendan" y yo buscandole los cuernos en la mano... porque uno dice tengan y pone cuernos de perdida. Pero no había necesidad porque todos entendemos lo que eso significa. Es la forma coloquial de hablar de revanchismos, de venganza, de lecciones vertidas por los superiormente morales, una nalgada para el que se sale del huacal, una paliza para el que contesta mal, es decir, una forma de poner a alguien en su lugar. Y de qué forma.
Este acto fue algo a medias, a medias un chiste, a medias un mítin, a medias una votación, a medias una ilusión y una tragedia, a medias una histeria colectiva y a medias una esperanza, a medias un presidente y a medias mi emoción.
Y después de todo aplaudí por el mejor performance jamás realizado en la historia de nuestro país. Otra, otra... y nadie me coreó. Qué faltos de sentido del humor.
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