Stephen Bayley nos cuenta en la sección de artes del Daily Telegraph sobre el poder que tiene un humilde acto: opinar. Y es que tiene razón, ya que opinar ha sido un lujo de pocos humanos en la historia: los que han vivido en libertad de opinar...
"Opinions flourish only in periods or cultures without a dominant religion. A medieval monk in his Cluniac abbey or a contemporary mullah in his mosque and, indeed, a fine Victorian gentleman, had little use for original opinions. The collective opinions of religion are inflexible dogma, not interesting expressions of private thought. The best opinions are contrarian, not conformist, although that is in itself a matter of opinion."
Opinar es algo común, hasta trivial en muchas naciones, como Francia o Estados Unidos, países llenos de opinadores de todo tipo y calaña. Naciones llenas de gente que se queja del gobierno, de los partidos, de los grupos religiosos, de los medios... Hermoso indicador para saber que son pueblos libres. Diganme quién puede opinar en China o Arabia Saudita?
Opinemos, mientras podamos...
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