Hace tiempo estuve en Egipto y me encantó la gente musulmana. Un buen amigo me invitó a una mezquita y me gustó la atmósfera de paz que hay dentro de ella. Me gusta que les gusta orar y que el islam ayudó a unificar hacia un Dios común a personas aisladas de todas partes del mundo. El problema - dején la discriminación a la mujer y otras cosas de momento - es si uno desea dejar de ser musulmán. Según la ley islámica esa persona merece la muerte. Y muchos musulmanes que se han convertido al cristianismo han sido ejecutados... El Príncipe Carlos, en sus esfuerzos por el diálogo ecumenico, reunió a líderes musulmanes y cristianos en Londres para debatir el problema. Sin embargo, en privado, grupos musulmanes de Gran Bretaña le ha pedido que no hable sobre este asunto, dice Andrew Sullivan. Sólo falta que por hablar de las terribles verdades del islam también amenacen con matarlo, como asesinaron al cineasta holandés Teo Van Gogh por haber hecho un filme que habla de la horrenda discriminación a la mujer islámica por parte de los varones musulmanes.
Hay que hablar de los terribles errores del cristianismo, pero sin olvidar que otras religiones pueden ser igual de opresoras, o más.
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