lunes, mayo 28, 2007

Calderón quiere a las mujeres, pero muertas

El viernes pasado la Comisión Nacional de Derechos Humanos realizó una acción de inconstitucionalidad contra la reforma legal que hizo la Asamblea de la Ciudad de México para despenalizar el aborto hasta la semana doce. Vale subrayar que esto no es un procedimiento usual ya que conlleva tomar partido, y se supone que un ombudsman es una autoridad que se basa en su valor moral. José Luis Soberanes, su titular, decidió la acción solo, sin consultar al consejo consultivo de la CNDH. Vale decir que Soberanes es un católico cercano al Opus Dei.

Y además a la CNDH se le sumó la Procuraduría General de la República, que depende del poder ejecutivo. ¿Por qué se metió el presidente Calderón de lleno en este debate? Dos observaciones: en unos días viaja al Vaticano a ver a Benedicto XVI. Otro elemento clave es que la acción de inconstitucionalidad entrará al pleno de la Corte hasta el 2009, cuando se supone vendrá Ratzinger a inaugurar el Foro Mundial de la Familia de la iglesia católica. ¿Esto es lo que quiere Calderón, polarizar al país, dividirlo más de como lo heredó? Valiente presidente.

Roberto Zamarripa escribe un oportuno artículo sobre el asunto hoy en Reforma:


Roberto Zamarripa
El efecto Sarkozy
¿Qué motivó al gobierno federal a emprender la acción de inconstitucionalidad contra las reformas que promueven la despenalización del aborto en el Distrito Federal?

¿La búsqueda de la certeza jurídica o de la certeza facciosa?

Ojalá no hayan sido meras circunstancias coyunturales. La decisión ha reavivado los debates fanatizados que, en el marco de las circunstancias en las que se produce, debilitará el supuesto interés por obtener una definición jurídica sobre tan espinoso asunto.

1. El presidente Felipe Calderón tiene un encuentro la próxima semana en El Vaticano con el Papa Benedicto XVI. El regalo que le entregará a Joseph Ratzinger es invaluable. Le podrá decir, con papeles en la mano, que su cruzada contra el aborto tiene en México no sólo una cauda importante de apoyadores sino un gobierno dispuesto a acompañarlo hasta en los tribunales.

Ratzinger acaba de retornar de Sudamérica donde su gira no tuvo el esplendor de los periplos de Juan Pablo II. El entorno latinoamericano no es el mejor para la Iglesia Católica: las acusaciones de pederastia contra distintos jerarcas; la complejidad del proceso migratorio que divide familias; la pobreza extendida; la pluralidad religiosa, social y cultural; y sobre todo, los nuevos gobiernos liberales y de izquierda, cuya simpatía por las relaciones con El Vaticano decrece sensiblemente.

México no es Brasil, querrá decirle Calderón a Ratzinger. Como doctrinario, al igual que Ratzinger, antes que postrarse y besar el Anillo del Pescador (al estilo Vicente Fox), preferirá advertir la identidad con las tesis doctrinales de la Iglesia Católica. E incluso, que su gobierno puede ser un dique ante un previsible efecto dominó que tuviera en Latinoamérica la despenalización del aborto en la capital del país.

La historia de México indica que esas confusiones -entre gobierno y profesión de fe- resultan peligrosas para la convivencia nacional.

2. Antes de partir hacia Roma, Calderón hará escala en la Asamblea Nacional del PAN donde se renovará el Consejo directivo del partido, trámite decisivo en la intentona de Los Pinos por evitar la reelección de Manuel Espino en la presidencia partidista.

El doctrinario Calderón pretende guiñar el ojo a una militancia urgida de identidades. Hace un año, lo que movió las almas panistas (en términos de Gómez Morin) fue el miedo más que la esperanza. Ahora, con la certeza de que retuvieron el gobierno y que un político más identificado con la vida de partido ha quedado en la Presidencia de la República, quisieran pisar mucho más fuerte.

Calderón llegará con sus correligionarios con la bandera antiaborto ondeante en un terreno -el panista- donde no había ninguna polémica. Al estilo de Nicolas Sarkozy (soy de derecha y qué), el Presidente querrá arrebatarle a los ultraconservadores de su partido un discurso y una actitud, y presumirla como propia.

Si ese corrimiento político es el costo que debe de pagar el calderonismo en el afán de que ganado el gobierno no pierda al partido, estará más cerca de una trampa que de una ruta de salida.

3. La competencia es evidente. Si Calderón saca al Ejército para combatir al crimen organizado, Ebrard expropia vecindades; si el jefe de Gobierno se sube a la bicicleta, el Presidente lanza un plan frente al cambio climático.

Las encuestas presidenciales dicen que si bien en el Distrito Federal hay una mayoría que avala la despenalización del aborto, ésta no parece ser tan abrumadora. Pero sobre todo, la despenalización del aborto -según las percepciones- es rechazada mayoritariamente en el país. Por ello hay que montarse en esa cresta y evitar el costo electoral de la indefinición como -suponen- sucedió en Yucatán.

Pero de manera decidida, acotar el territorio de sus antagonistas en la capital del país.

4. El ombudsman José Luis Soberanes ha quemado sus naves. Inusualmente decidió interponer un recurso de inconstitucionalidad contra las reformas legislativas capitalinas.

¿Qué hará cuando un grupo de mujeres le exija defender el derecho humano a decidir sobre su cuerpo y vida? Canceló -despreció- la interlocución con una parte fundamental de la sociedad mexicana.

Cuestionado por su errática labor, Soberanes quiso fugarse hacia adelante. Escogió la peor ruta: polarizar.


. . .


Pesa mucho la coyuntura y nubla al debate jurídico. Máxime en un país donde los ministros de la Suprema Corte se doblan con media hora de agresión televisiva.

Lamentablemente la inoculación del miedo y la cultura de la condena querrán nuevamente abrirse paso. (¿Qué tal otros spots de Chespirito o una advertencia de legisladores para recortar el presupuesto del Poder Judicial?).

Como contenido de campaña electoral, la inoculación del miedo es, por lo menos, discutible. Como acto de gobierno es, por lo menos, pernicioso. ¿Hacia allá vamos?


Correo electrónico: tolvanera06@yahoo.com.mx

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