jueves, febrero 14, 2008

El Querido Padre Maciel, ejemplo a seguir

La escritora Guadalupe Loaeza le escribe una afectuosa carta en el Reforma de hoy:

'Ejemplo' de amor

Guadalupe Loaeza
14 Feb. 08


Padre Marcial Maciel, legionario de Cristo.

Qué mejor fecha la de hoy, en que se celebra el Día del Amor y la Amistad, para escribirle una carta no de duelo ni mucho menos de tristeza por su irreparable partida, sino todo lo contrario; redactarle esta misiva con un espíritu jubiloso y solidario debido a las buenas noticias que me urge participarle. Ay, padre Maciel, cómo se le quería aquí en la Tierra. Más que un sacerdote no hay duda que usted era toda una institución para varias generaciones, como bien dijera el Papa Juan Pablo II, usted era un "guía eficaz de la juventud". Y vaya que era eficaz, especialmente con los jóvenes... Pero no respecto a esas habladurías muchas de ellas publicadas en libros escritos con maldad y sin fundamento alguno, sino porque era usted primordial para la juventud, ¿por qué?, por haber puesto a Cristo "como criterio, centro y modelo de toda su vida y labor sacerdotal", como lo apuntara, asimismo, Juan Pablo II.

Por increíble que le parezca, y a pesar de que han transcurrido dos semanas desde que nos dejó, permítame decirle que todavía hasta ayer seguían apareciendo esquelas en algunos diarios de la capital. En efecto, desde el 31 de enero empezaron a publicarse planas y más planas pletóricas de esquelas, escritas con palabras de amor y admiración por todo lo que sembró aquí en la Tierra. ¿No le parece maravillosa esta reacción después de todo lo que se ha dicho y publicado respecto a su persona? Es decir, que son ejércitos de seguidores que continúan creyendo en el padre Marcial Maciel. Tan es así que los Legionarios de Cristo han impulsado el proceso de canonización de su fundador, es decir que en un futuro, ya no habrá necesidad de rezarle ya sea a Juan Diego o al Señor de Chalma, sino a San Marcial Maciel. ¡Bendito sea Dios, cuántos milagros se les esperan a los Legionarios de Cristo! ¿Esto quiere decir que van a ser todavía más ricos y mucho más poderosos? Sin duda. ¿Quiere decir que podrán abrir más colegios privados, más institutos y más congregaciones, aparte de los 200 centros educativos, de las 17 universidades y de 40 centros de educación superior? ¿Quiere decir que aparte de los tres obispos, 750 sacerdotes, 2 mil 500 noviciados y consagradas de 40 distintas nacionalidades habrá más afiliados a su congregación? Respecto a su trayectoria podrán decir misa, pero nadie negará el inmenso imperio que creó usted desde los años cincuenta.

Cuando me enteré con infinita alegría que pretenden su canonización, me pregunté: "¿Acaso cuando vivía el padre Maciel no era un santo?" Así lo veía mucha gente, padre, como a un verdadero santo. Si supiera cuántos feligreses asistieron a la misa celebrada en la explanada de la Universidad Anáhuac con motivo del fallecimiento de "nuestro padre", "nuestro padre espiritual", como muchos insisten en llamarlo. Toooooooooodo México estaba allí, tooooooooodos los empresarios y toooooooooodo el alumnado de sus colegios Rosedal, el Cumbres, el Irlandés, el Madox, entre otros.

"Sabemos que la salud fue frágil muchas veces a lo largo de su vida y cuando la salud era probada, él recordaba con frecuencia que estaba de paso, que no le quedaba mucho tiempo. Él tenía presente el momento de su encuentro definitivo, muchas veces en su cumpleaños pensaba en la vida y en la eternidad", dijo el sacerdote Robles Gil.

Seguramente a muchas de las personas que asistieron a la homilía que ofrecieron en su honor jamás se les hubiera ocurrido leer alguno de los libros recientemente publicados en donde se dicen cosas pavorosas de su persona. Me pregunto, ¿cómo hubieran reaccionado si hubieran leído el testimonio de Juan José Vaca, publicado en la obra Marcial Maciel. Los Legionarios de Cristo: testimonios y documentos inéditos (Editorial Tusquets) de Fernando M. González? Entonces, Juan José tenía 13 años y vivía en Cóbreces, España. Como era natural en esa época el único sacerdote que existía para él era usted, quien fungía no nada más como su confesor, sino como su director espiritual, "él era como mi padre, mi madre, mi figura ideal. Lo tenía como a un santo". Seguramente usted ya no se acuerda de él, era uno de los tantos jóvenes que lo acompañaban en esos años. Dice Juan José, quien ahora es un prestigiado investigador del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM y doctor en ciencias de la educación por la Universidad de París, que una noche usted lo llamó para que se sentara en su cama "todo quejumbroso" a causa de un fuerte dolor de estómago. Aunque nunca lo había hecho antes, Juan José se sentó a su lado y usted le dijo: "Yo a ti te tengo mucho cariño, yo a nadie puedo decirle que me dé masaje en el estómago". Usted le tomó la mano y se la puso en su estómago. Estaba cubierto con la sábana arriba del ombligo. Estaba en camiseta. Y mientras usted lo guiaba con su mano, Juan José estaba shoqueado en tanto que usted le decía: "Más abajo, más abajo". Entonces le llevó usted la mano de Juan José a tocar su miembro viril: "frótamelo porque me da mucho dolor. Mira, hazlo así", le dijo usted. He aquí cómo lo relata el propio Juan José: "y comienza a masturbarse él mismo con mi mano debajo de la suya". Al día siguiente, después de la misa, Juan José fue a buscarlo y le preguntó si no era pecado lo que usted había hecho la noche anterior: "¿De qué estás hablando?", le preguntó usted. Luego lo sentó en sus piernas y agregó. "Mira, si algo hubo, tú no tienes de qué arrepentirte, porque tú hiciste una obra de caridad. Si yo estaba con dolor, tú me ayudaste a quitármelo". Después le dio la absolución.

Le confieso, padre, que respecto a este mismo tema, el jueves 7, escuché otro testimonio igualmente aterrador. Fue en el programa de Javier Solórzano en Radio 13, de hecho, después de su fallecimiento, el periodista ha invitado a más de siete de sus supuestas víctimas y todos recuerdan el abuso sexual de parte usted hacia ellos. Esa mañana como invitado estaba Alejandro Espinosa, autor del libro El legionario (Random House Mondadori, edición de bolsillo). A lo mejor tampoco se acuerda ya de él. En 1997, Alejandro envió una carta a Juan Pablo II firmada junto con otros ex legionarios para denunciar "vejaciones físicas y psicológicas padecidas en su niñez y juventud". Confieso que escuché el relato con todo lujo de detalle el cual resultaba como una verdadera pesadilla. Su voz estaba llena de resentimiento y de rabia. Ya no le cuento lo que contaba Alejandro, porque no quiero perturbar la paz en la que seguramente se encuentra ahora. ¡Bendito sea Dios!

¿Verdad, padre Maciel, que todo esto no es cierto? ¿Verdad que usted era todo amor y ternura para esos niños que ahora son unos hombres mal agradecidos y mentirosos? Por último, quiero decirle, padre, que celebro que Dios lo haya llamado, porque se volvería a morir si escuchara y leyera toooooooooooooooooooodo lo que se dice de usted.

Feliz Día del Amor y la Amistad.

GL.


No hay comentarios.: