jueves, noviembre 27, 2003

...la viga en el propio

Hoy el Cardenal y arzobispo de Chicago, Francis George, se le ocurrió decir que el reciente fallo de la Suprema Corte de Massachusetts que afirma que las parejas de mismo sexo tienen derecho a una unión legal equivale al fin de la democracia en los Estados Unidos.

En un discurso en un acto donde recibió una medalla (!), George afirmó: "Si esto es una democracia, entonces es en las legislaturas donde se hacen las leyes... Si a la gente no le gustan las leyes, ellos pueden sacar a sus legisladores. Pero nio podemos tocar a los jueces, así que ésta es una dictadura de los jueces."

Yo conozco un lugar donde una sola persona hace las leyes, las ejecuta y enjuicia y condena a quienes no están de acuerdo con él: el Vaticano. Si busca una dictadura el Cardenal George, sería bueno que volteará a ver a quien lo designó en su puesto... Como la democracia molesta los autocratas, creen que los jueces están como adorno... Fue la Suprema Corte de Estados Unidos, quien en los 60´s decidió en contra de la misma voluntad de la gente entonces, que se legalizara el matrimonio interracial... y es que la misión del Poder Judicial es defender la integridad de las leyes, de la Constitución, no dar gusto a la gente.

El Cardenal George luego se metió a hablar de la consagración de Gene Robinson, el primer obispo abiertamente gay en la Iglesia Episcolpal. George dijo, "un estilo de vida abiertamente homosexual es contratio al Evangelio de Jesucristo..." Es patético como la iglesia tuerce (y ha torcido) el significado real del Evangelio. No sorprende como de la ignorancia surge el miedo, y como del miedo se desprende tanto desperdicio...

1 comentario:

Anónimo dijo...

Matrimonio entre católicos


Estoy completamente a favor de permitir el matrimonio entre católicos.
Me parece una injusticia y un error tratar de impedírselo.

El catolicismo no es una enfermedad. Los católicos, pese a que a muchos no les gusten o les parezcan extraños, son personas normales y deben poseer los mismos derechos que los demás, como si fueran, por ejemplo, profesores u homosexuales.

Soy consciente de que muchos comportamientos y rasgos del carácter de las personas católicas, como su actitud casi enfermiza hacia el sexo, pueden parecernos extraños a los demás. Sé que incluso, a veces, podrían esgrimirse argumentos de salubridad pública, como su peligroso y deliberado rechazo a los preservativos. Sé también que muchas de sus costumbres, como la exhibición pública de imágenes de torturados, pueden incomodar a algunos.

Pero esto, además de ser más una imagen mediática que una realidad, no es razón para impedirles el ejercicio del matrimonio.

Algunos podrían argumentar que un matrimonio entre católicos no es un matrimonio real, porque para ellos es un ritual y un precepto religioso ante su dios y ante los demás miembros de su secta, en lugar de una unión entre dos personas.

También, dado que los hijos fuera del matrimonio están gravemente condenados por la iglesia, algunos podrían considerar que permitir que los católicos se casen incrementará el número de matrimonios por "el qué dirán" o por la simple búsqueda de sexo (prohibido por su religión fuera del matrimonio), incrementando con ello la violencia en el hogar y las familias desestructuradas. Pero hay que recordar que esto no es algo que ocurra sólo en las familias católicas y que, dado que no podemos
meternos en la cabeza de los demás, no debemos juzgar sus motivaciones.

Por otro lado, decir que eso no es matrimonio y que debería ser llamado de otra forma, no es más que una forma un tanto ruin de desviar el debate a cuestiones semánticas que no vienen al caso: aunque sea entre católicos, un matrimonio es un matrimonio, y una familia es una familia.

Y con esta alusión a la familia paso a otro tema candente del que mi opinión, espero, no resulte demasiado radical: también estoy a favor de permitir que los católicos adopten hijos.

Algunos se escandalizarán ante una afirmación de este tipo. Es probable que alguno responda con exclamaciones del tipo de

"¿Católicos adoptando hijos? ¡Esos niños podrían hacerse católicos!".

Veo ese tipo de críticas y respondo:

Si bien es cierto que los hijos de católicos tienen mucha mayor probabilidad de convertirse a su vez en católicos (al contrario que, por ejemplo, ocurre en la institución escolar o la homosexualidad), ya he argumentado antes que los católicos son personas como los demás.

Pese a las opiniones de algunos y a los indicios, no hay pruebas evidentes de que unos padres católicos estén peor preparados para educar a un hijo, ni de que el ambiente religiosamente sesgado de un hogar católico sea una influencia negativa para el niño. Además, los jueces de adopción juzgan cada caso individualmente, y es precisamente su labor determinar la idoneidad de los padres, sean o no sean católicos.

En definitiva, y pese a las opiniones de algunos sectores, creo que debería permitírseles también a los católicos tanto el matrimonio como la adopción.

Exactamente igual que a los profesores y a los homosexuales.