Quizá es cierto... el lujo de una generación es sólo la necesidad de la siguiente: botones, ventanas con vidrio, calcetines, baños en la habitación, fresas, vacaciones, autos, kiwis, teléfonos, teléfonos celulares, computadoras, computadoras portatiles...
Sandra Tsing analiza para The Atlantic Monthly dos excelentes libros sobre por qué quizá el lujo no es tan malo como algunos piensan, y quizá sea en realidad la medida del progreso humano...
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