Tom Fox (¿será algo de Vicente?), editor del National Catholic Reporter publicó ayer un artículo donde da su apoyo a los católicos no heterosexuales. Cuenta que como periodista evita unirse a organizaciones, pero que que junto con su esposa hizo un excepción al integrarse como miembros de DignityUSA, una organización de fieles católicos - heterosexuales o no - que trabajan por el respeto de las personas gays, lesbianas, bisexuales o transgénero en la iglesia católica y en el mundo a través de la educación, la defensa y el apoyo."
Fox agrega en su artículo:
"Los gays todavía enfrentan una considerable discriminación, no menor en la iglesia católica. Hace solo una semana, los obispos católicos de la nación, en su mayoría aprobaron una declaración que urgía a los Estados el no dar reconocimiento a las parejas del mismo sexo".
"Ellos insistían en que no intentaban ofender a los homosexuales y afirmaban que la discriminación contra los gays era injusta. Sin embargo, agregaron que tenían una obligación para "dar testimonio de toda la verdad moral" y reforzar la enseñanza católica de que el sexo gay es pecado... los hombres y las mujeres de bien claramente diferirán de cómo ven hacia los matrimonios gays... la iglesia enseña que los actos sexuales deben ser capaces de llevar a la procreación biológica. Todos los otros actos sexuales son intrinsecamente inmorales. Sobre ésto, sin embargo, los obispos se han separado a sí mismos de las filas de la mayoría de los católicos, incluyendo las parejas heterosexuales casadas que usan anticonceptivos, y que han ido a ver la intimidad sexual como una expresión más amplia de la fe cristiana, de la esperanza y del amor."
" He tenido dificultades en creer que un Dios que ama quisiera crear una fracción de los humanos solo para pedirles que vivan en el aislamiento físico. Especialmente cuando el no hacer eso puede llevar a la condenación. El Dios que el que yo crecí creyendo no haría eso."
Es admirable la valentía de Tom Fox. Ojalá más católicos alcen la voz y pidan que la iglesia vuelva a lo que Jesús quería crear, una verdadera comunidad, de gente idealista, que veía al amor arriba de todo.
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