Es algo que nunca he entendido... si la iglesia significa "comunidad" en griego, si es la comunidad de Jesucristo, ¿desde cuando el mesías condenó que dos hombres o dos mujeres se amaran entre sí?
Se supone que entre un 5 y un 10% de la población es homosexual, sin contar a la gente bisexual... eso se traduce en millones de cristianos... porqué hacerlos sentir menos? Esa es la pregunta que trata de responder Andrew Sullivan en un artículo que publicó en The New York Times. Andrew es un joven católico gay, ex editor en jefe de The New Republic y autor de varios libros, entre ellos Same Sex Marriage: Pro and Con. Su artículo está impecablemente escrito y hace preguntas que muchos no se atreven a hacer en voz alta. Ojalá ayude a abrir un debate y a limpiar el aire enrarecido que se respira ya en la comunidad católica. El agua fresca del Evangelio ha sido estancada por la jerarquía demasiado tiempo, y el agua que se estanca se pudre... Jesús nunca ordenó que se discriminara a alguien. Anduvo con los excluidos de su tiempo: las mujeres, los enfermos, los pobres... y más bien cuestionó a los que presumian de virtud inmaculada. Si estuviera aquí ahora él qué haría? Seguramente nos volvería a decir lo mismo: que el amor es lo más grande que hay, sin importar quien ame a quien, por ello es hora de abrir las puertas de los diques que la iglesia cerró hace tanto.
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