"Queremos evocar la memoria del concilio Vaticano II, hastiados de comprobar cómo se pisotean sistemáticamente las constituciones Lumen gentium y Gaudium et spes. ¿Recuerda alguien todavía? El posconcilio no fue el principio de la renovación (del aggiornamento), sino su final. Ha sido el anticoncilio.
Y es que veinte años de pontificado teológicamente retrógrado y anticonciliar han producido una devastación desastrosa en la iglesia católica. Veinte años en que el episcopado mundial se ha renovado en una línea tendenciosa, acabando con el pluralismo imprescindible. Veinte años de persecución sistemática contra los teólogos, clérigos, religiosos y grupos cristianos llamados de "base", o "populares". Simplemente no se ha tolerado a los que se tomaron en serio aquel espíritu conciliar de renovación de la iglesia y de apertura del evangelio al mundo moderno. Seguimos bajo los efectos de esta era glacial en la iglesia. Un poder autocrático e intransigente, enmascarado bajo un carisma publicitario, ha puesto al pueblo de Dios bajo el signo de la represión y el infantilismo religioso.
La iglesia católica está gobernada por el miedo. Se ha ejercido una sistemática represión de los sacerdotes más progresistas, con frecuencia machacados inmisericordemente por la "institución". Es razonable desear que ese estado de opresión acabe, y que todos los cristianos de a pie podamos expresar lo que pensamos: sobre la fe, sobre la organización de la iglesia, sobre la moral... Pero estamos de antemano descalificados. Al parecer el Espíritu santo no se ha dado a todos, sino a unos cuantos jerarcas. Pero lo cierto es que nadie tiene la patente del Espíritu, ni los curas ni los obispos ni el papa. Debemos desacralizar los aparatos medievales del poder eclesiástico.
Reivindicamos el reconocimiento del pluralismo en el seno de la iglesia: pluralismo teológico, moral, político, ritual. La unidad en la diversidad, que preconizaba el papa Juan XXIII. Porque la realidad es que en el monolitismo que se ha ido imponiendo en la iglesia quedan de hecho fuera hasta los planteamientos del tristemente sepultado concilio Vaticano II.
En España, se observan notables síntomas de cómo la iglesia corre el peligro de convertirse en una secta, controlada por los grupos más espiritualistas, reaccionarios y autoritarios. Se está avanzando a grandes pasos del "catolicismo" al sectarismo; pues, una vez derrotados o arrinconados los espíritus aperturistas y libres, basta seguir con la inercia. Cualquier persona con una mentalidad crítica choca hoy con esa iglesia dominante que se ha echado en brazos del oscurantismo, acobardada ante la ciencia y no ya ante la revolución sino ante la menor disensión. Da la impresión de que utilizan la eficacia de los variados medios modernos tan sólo para difundir una religión de consumo barato.
¿No será un derecho del cristiano expresar su fe en primera persona, ir a los actos públicos de la iglesia local y decir allí lo que piensa?
Necesitamos un concilio ecuménico que se plantee el reconocimiento de los derechos humanos en la iglesia católica, y que inicie una democratización de la estructura organizativa de la iglesia, en todos los niveles, con participación de los laicos.
Demasiados huyen a refugiarse en Trento. Nosotros pedimos utópicamente un concilio Vaticano III. "Mañana será un viernes santo singular: Comunmente se celebra la Anunciación del ángel Gabriel a María el 25 de marzo, 9 meses anteriores a la navidad. Este año, debido al calendario lunar cae la fecha en viernes santo, más en estos casos oficialmente se mueve la celebración, que en este año será el 4 de abril. Pero si nos quedamos con el calendario original, esto da pie a una extraña coincidencia: el mismo día Jesús es concebido y el mismo día muere. Todo una vida en un día. Ésto puede dar lugar a pensar en muchas cosas. Por ejemplo, la única persona que estuvo con Jesús de principio a final fue su madre, María. Y en las grandes historias nada es casual.
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