Si Aristóteles nunca condenó la esclavitud no es de extrañar que para Juan Pablo II sea normal discriminar a los humanos no heterosexuales. En su nuevo libro - Memoria e Identidad - presentado hoy, el Papa olvida lo que ha sido un siglo de psicología de nuevo y se deja llevar por el prejuicio al afirmar que el matrimonio entre ciudadanos del mismos sexo es "insidioso" y "trata de poner a los derechos humanos contra la famila y contra el hombre". El hombre, remarquemos el hombre, que para la iglesia sabemos las mujeres son solo de adorno... Y... ¿sabrá el Papa lo que son los derechos humanos o sólo habla con clichés? ¿Sabrá que su iglesia es servida por miles de sacerdotes gays? Y otra pregunta: ¿cómo pueden estos sacerdotes gays obedecer -no al Papa- a una estructura de odio tal como la iglesia católica? No lo sé, a menos que lo hagan negándose a sí mismos. Vivir en dos closets no debe ser fácil, y no debe crear seres humanos plenos.
En otra sección del libro escribe Juan Pablo II que el derecho legal al aborto es comparable al Holocausto de los judíos en la Segunda Guerra Mundial.
No extrañamente - siempre son los mismos grupos atacados por Roma - las asociaciones de defensa de los derechos de gays y judíos han criticado el libro de su "santidad".
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