Soy un liberal, en la tradición de Voltaire, John Stuart Mill y Alexis de Tocqueville. Y como ellos, la mejor arma que los liberales tenemos es la duda, es un prudente escepticismo, cierto rigor para poder templar los metales de la realidad. No para tener la certeza absoluta, que es poco práctica y más bien imposible, sino para reconocer lo fragil que es la condición humana...
Encontré un gran libro, La importancia de la verdad para una cultura pública decente, de Michael P. Lynch (Paidós, 2005). Y encontré unas líneas que son muy oportunas para el tiempo que vivimos. Lynch es un buen liberal y nos ayuda a apreciar que la búsqueda de la verdad no se contradice con el escepticismo, al contrario:
"El escepticismo sí que nos enseña una lección. La certeza es el privilegio del fanático. El hombre más peligroso es aquel que está absolutamente seguro de que su camino es el correcto. Una vez que nos condsideramos completamente incapaces de equivocarnos, nos sentimos justificados para no escuchar preguntas ni ponernos en el lugar de los otros. Simplemente tenemos razón y quienquiera que discrepe se equivoca. Esto es dogmatismo. Podría evitarse mucho daño si fuésemos menos dogmáticos, si nos preocupáramos un poco más en si estamos en lo cierto antes de actuar. En otras palabras, a todos nos iría mejor si nos preocupásemos más, no menos, de si nuestras creencias son verdaderas."
Como hombre educado en un cristianismo comunitario arraigado, Andrés Manuel López Obrador sigue más la tradición del dogmatismo que la tradición de la duda liberal que él mismo afirma caminar. El cree por prueba de fe, y así igualmente le creen sus fieles ahora. Dudar es peligroso en sus asambleas, ya que uno puede ser visto como peor que hereje: vendido al Yunque. Aquí la razón desaparece y la emoción llena su lugar. El dogmatismo no razona con argumentos, grita. El dogmatismo no duda, ya sabe. El dogmatismo no tolera, impone. Ojalá alguien que lo estime le pudiera pasar este precioso libro a López Obrador.
PD. Ver para más contexto este otro textos sobre el falso liberalismo de AMLO.
Encontré un gran libro, La importancia de la verdad para una cultura pública decente, de Michael P. Lynch (Paidós, 2005). Y encontré unas líneas que son muy oportunas para el tiempo que vivimos. Lynch es un buen liberal y nos ayuda a apreciar que la búsqueda de la verdad no se contradice con el escepticismo, al contrario:
"El escepticismo sí que nos enseña una lección. La certeza es el privilegio del fanático. El hombre más peligroso es aquel que está absolutamente seguro de que su camino es el correcto. Una vez que nos condsideramos completamente incapaces de equivocarnos, nos sentimos justificados para no escuchar preguntas ni ponernos en el lugar de los otros. Simplemente tenemos razón y quienquiera que discrepe se equivoca. Esto es dogmatismo. Podría evitarse mucho daño si fuésemos menos dogmáticos, si nos preocupáramos un poco más en si estamos en lo cierto antes de actuar. En otras palabras, a todos nos iría mejor si nos preocupásemos más, no menos, de si nuestras creencias son verdaderas."
Como hombre educado en un cristianismo comunitario arraigado, Andrés Manuel López Obrador sigue más la tradición del dogmatismo que la tradición de la duda liberal que él mismo afirma caminar. El cree por prueba de fe, y así igualmente le creen sus fieles ahora. Dudar es peligroso en sus asambleas, ya que uno puede ser visto como peor que hereje: vendido al Yunque. Aquí la razón desaparece y la emoción llena su lugar. El dogmatismo no razona con argumentos, grita. El dogmatismo no duda, ya sabe. El dogmatismo no tolera, impone. Ojalá alguien que lo estime le pudiera pasar este precioso libro a López Obrador.
PD. Ver para más contexto este otro textos sobre el falso liberalismo de AMLO.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario