Apuesto que los antiguos egipcios, escandinavos y chinos no sabían para quien trabajaban si hubieran sabido que sus detallados registros de los niveles del río Nilo y de la intensidad de las auroras boreales hoy ayudan a los científicos de la NASA a comprender la infuencia del sol en el clima del planeta Tierra. Interesante ver como los pasos del ayer sirven aún hoy a caminar más allá, y esto es fruto de la necedad de la ciencia y de su método, frente a los pensamientos dogmáticos que aún tratan de imponerse, como ayer se comentaba en un acto en la UNAM para presentar el Año Internacional de la Astronomía. Pero es gracias a las capas acumuladas de cultura desde hace milenios, como capas de cebollas, que hoy expertos pueden entender mejor no solo el clima de la Tierra, sino al mismo sol y su influencia. Como decía Newton: puedo ver lejos porque estoy sentado en hombros de gigantes...
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