viernes, agosto 24, 2007

Carlos Elizondo sobre la Torre Bicentenario

El analítico Carlos Elizondo Mayer Serra escribe hoy en Reforma sobre el caso de la Torre Bicentenario, que por donde se vea (cultura, medio ambiente, urbanistica, seguridad aérea...) parece destinado a dañar. Copio:

Ilegalidad bicentenaria

Carlos Elizondo Mayer-Serra
24 Ago. 07


Marcelo Ebrard explica así la oposición a la llamada Torre Bicentenario: "talvez se trate de un objetivo político, no hay ningún interés en que se pueda realizar (la construcción), puesto que pudiera prestigiar a la Ciudad y a su Gobierno, si no, para qué sacan esto ahorita". Tiene razón. Hay quienes no quieren se haga.


Sin embargo, el que los opositores reaccionen después de que se presentó el proyecto es normal. Más cómodo sería que protestaran ya con la torre levantada. Así como es pertinente preguntarse por qué los opositores protestan, también lo es preguntarse por qué el jefe de Gobierno anuncia un proyecto privado en sus oficinas, sin que se hayan hecho los estudios de impacto ambiental, ni urbano, y sin ser legal construir en ese terreno una torre de tal altura. Esto, sin embargo, no parece tan serio: el propio jefe de Gobierno aclaró que se modificará la ley en la Asamblea Legislativa, forma elástica de entender la certidumbre del derecho.


Marcelo Ebrard, hasta hace poco, era un convencido de la tolerancia cero, y para eso trajo a Giuliani hace unos años. Ahora, como jefe de Gobierno, se ha vuelto ecólogo, lo cual no está mal. Para subrayar esto, Al Gore vino poco después de una de estas consultas del gobierno de la ciudad en las que participa el que quiere y que por supuesto confirmó que somos un territorio poblado de ecólogos, el cual, sólo por error, ha sido deteriorado por la contaminación, el ruido y el desorden urbano.


El jefe de Gobierno, sin embargo, maneja varias pistas. Poco antes de la llegada de Al Gore, al lanzar la megatorre como promotor inmobiliario confirmó por qué, a pesar de nuestra supuesta vocación ecológica, la ciudad tiene tantos problemas y desequilibrios. En esta materia también estamos lejos de la tolerancia cero.


Los inversionistas pretenden destruir un inmueble clasificado por el INBA y utilizar el subsuelo del bosque de Chapultepec para tener el espacio de estacionamiento que requiere. No es mala idea. Evita el tener que comprar un predio más grande, o hacer una excavación más profunda, por más que digan que lo van a compartir con el hospital de Perinatología. No sorprende que los desarrolladores vean inviable mover la torre a otra zona, pues les ofrecen, además de lugar para estacionamiento, gran vista al bosque, por ser una zona donde a nadie le habían permitido construir algo así. Además, hay dudas sobre los riesgos para los aviones que pasan por la zona y para la propia seguridad nacional por la cercanía con Los Pinos.


La zona ya está colapsada desde el punto de vista vial, en particular en las estrechas calles donde estaría la torre. El diario Reforma ya había señalado los problemas de vialidad y falta de estacionamiento, incrementados por una torre ilegal de consultorios del hospital federal de Perinatología, justificada por un funcionario del mismo con el siguiente argumento: "En este País se hacen muchas obras irregulares, aquí tuvimos mala suerte porque salió en el periódico, pero necesitamos ampliarla para cientos de niños mexicanos que requieren atención especializada".


Quizás entre los opositores se encuentren adversarios de Ebrard que sólo quieren que fracase. Sin embargo, también se encuentran vecinos que verán su entorno afectado, ecologistas que no quieren un bosque más mutilado, ciudadanos molestos con la arbitrariedad detrás del proyecto consentido de esta administración.


Si bien, supongo, hay entre los impulsores del proyecto dentro del gobierno quienes buscan la prosperidad de la ciudad, o les gusta la idea de un edificio que se proclama como ecológicamente autosustentable, o creen que el prestigio de una ciudad se mide por el tamaño de sus rascacielos (no sé si Freud describió este síndrome), no deja de ser curioso que la compañía en cuestión, Grupo Danhos, utilizara el logo de la ciudad en otro proyecto en Reforma, y el que los policías que circundan ese otro desarrollo traigan el logo de Danhos. Bonita simbiosis que puede ser producto de un interés mutuo por la ciudad, aunque no debe ser casualidad que el líder de proyecto, Jorge Gamboa de Buen, fuera el secretario de Desarrollo Urbano del gobierno de Manuel Camacho, en el cual Marcelo Ebrard era el secretario de Gobierno. El hoy secretario de Desarrollo Urbano y Vivienda de la ciudad, Arturo Aispuro Coronel, trabajaba entonces para Jorge Gamboa de Buen; hay quienes dicen que todavía.


Una de las modas de los más ricos es vivir en las nubes, lejos del ruido y de los olores de la gente. Celebrar el bicentenario de la Independencia con un proyecto privado de capitales españoles, para beneficio de unos cuantos ricos, anunciado desde la oficina del jefe de Gobierno perredista de la ciudad parece una broma de mal gusto. Si tiene éxito el proyecto, ahí quedará la muestra de cómo celebró un gobierno de izquierda el bicentenario. En el Porfiriato, en la celebración del centenario, hubo mucha obra: pero toda pública. Sin embargo, cambiarle de nombre al proyecto, como algunos ya quieren, no modificará el problema de fondo: el deterioro aun mayor de una zona que tiene límites de altura bien definidos por ley.


Correo electrónico: celizondoms@yahoo.com.mx

Es doctor y maestro en Ciencia Política por la Universidad de Oxford, Reino Unido. De 1991 a 2004 se desempeñó como profesor-investigador titular del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE). Desde 1995 y hasta su nombramiento como Representante Permanente de México ante la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE) en mayo de 2004, fue Director General del CIDE. Forma parte del Sistema Nacional de Investigadores desde 1991



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