El mundo de fines del siglo XX fue un mundo doloroso: Malvinas, Bosnia, Ruanda, Irak... qué decir de sida, recesiones, fundamentalismo y terrorismo. Los ingleses eran vistos como el último bastión de la serenidad a prueba de todo. Pero una mujer joven y hermosa, pero sobre todo optimista, rompió esa serenidad era hueca, como probó aún después de muerta. Una mujer que había sido despreciada por "frívola" por el establishment de su tiempo: Diana Spencer, después conocida como la Princesa de Gales. Muchos dudaban de su legado, y es más, su familia política no pensaba que fuera necesario un evento particular. Como se equivocó Isabel II, que casi siempre es serena. La misma Diana mostró que la Reina también se equivoca, como vió ella misma el seis de septiembre de 2007, como presenta la revista Time. Copio de la lectura que hace El País:
"Contenidos, reservados, educados. Los británicos se han jactado durante siglos de su propio temperamento, cuya máxima expresión de emoción se realiza mediante una mano discretamente posada en el hombro. La llamada flema británica. Pero, según cuenta la revista Time en un extenso reportaje, esos muros de frialdad cayeron con la muerte de la princesa Diana de Gales. La revista no duda en calificar a La princesa del pueblo como el "adalid" del cambio en el carácter británico, mucho más abierto a la expresión de las emociones, desde entonces.
"Los británicos se vieron sobrepasados aquel 6 de septiembre. Londres, la grande, era una ciudad de lamento, tomada por un de millón de enlutados, apostados en el camino hacia la Abadía de Westminster. El silencio se amplificaba por el sonido del cortejo que salía del palacio de Kensington: el estruendo de las ruedas en el asfalto, los cascos de los caballos y la campana que tocaba a lánguidos intervalos. Pero cuando la procesión salió a la vista de todos, dejando atrás las puertas de palacio y adentrándose en la calle pública, un grito perforó el aire de la mañana: "¡Diana, my Diana!. Y, entonces, comenzó un lamento repetido: "¡Te queremos, Diana!". El acostumbrado estoicismo británico estaba abrumado por la pena cruda y desenfrenada", escribe Catherine Mayer en el prestigioso semanario. La catarsis del pueblo británico."
Diana mostró conocer mejor a los británicos que la misma Reina - como la película The Queen muestra. La pérfida Albion no deseaba quedarse callada por más tiempo, y ella ayudó a descongelar lo que había sido oculto tanto tiempo. Como bien dice Michael Elliott, ella llevó a Inglaterra de la mano, de la Era Victoriana a la Modernidad. Quizá es por eso que ella se convirtió en alguien peligrosa como analiza Jeff Wells en Rigorous Intuition. Una princesa que osa divorciarse, y que le roba la atención de los medios en las causas nobles que se supone les pagan a otros por hacer. Y además, se mete a causas, como la lucha con la Cruz Roja contra las minas antipersonales, que molestan a quienes se benefician del status quo. Y para terminar, la herejía, porque andaba de pareja de un musulmán a pocos años de los nuevos tiempos de la guerras religiosas del "choque de civilizaciones". Ella misma firma una carta, donde afirma que la quieren matar, con un "accidente de auto". La policía descubrió que semanas antes de la muerte, el auto Mercedes que la transportaría había sido robado y sus sistema de navegación alterado. A a 10 años continúan las preguntas sobre las reales causas de su muerte, y la investigación prosigue.
Pero sea lo que sea, Diana es un espejo, un espejo que muestra no solo a una mujer valiente, sino a una sociedad también valiente y que decidió seguir su ejemplo: ya no callarse ante la magia negra de todos los días.
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