Así titula Xavier Rubert de Ventós un artículo de opinión publicado en El País el pasado 27 de abril. Lo cito porqué hoy en la mañana escuché una larga entrevista que hizo Carmen Aristegui en X Radio a José Barba y a Xavier Athié, quienes - uno víctima, el otro amigo - han sido quienes han impulsado la parte acusatoria contra los abusos sexuales del Padre Maciel. Comentaban sobre la reciente apertura del caso y como el entonces cardenal Ratzinger - a la muerte del Papa - dispuso todo para que ésta no parara. Tanto así que el procurador enviado por Roma entrevistó a muchas personas vejadas por el fundador de la Legión de Cristo en Nueva York y en México. Hasta un hombre mayor de 80 años narró su dolor guardado por más de 50 años...
En este marco, les compartiré algunas líneas del texto de De Ventós:
"... Negarle al deseo la entrada por la puerta principal es favorecer inevitablemente su penetración por la puerta trasera. Eso era algo que todos habíamos adivinado, si no directamente experimentado. Era un "riesgo colateral" que, más o menos concientemente, asumían quienes llevaban a sus hijos al internado o a la escuela parroquial. Y era también una realidad cotidiana que debían conocer los obispos, aunque a menudo parecieran más preocupados en denunciar los preservativos que en preservar la integridad de sus pupilos..."
"... Pero mi escándalo no se limita ahora al "tratamiento" que la jerarquía dio a los casos de perversión... Más allá de la lógica prudencia o discreción requerida para evitar el escándalo, se están revelando hoy casos de un expreso designio. De una estrategia latente en el fondo de la "vista gorda" que la iglesia trató de mantener cuando y cuanto pudo. En efecto: más de un hombre de iglesia ha reconocido que el abuso sexual ha operado allí como argamasa, como cohesionador y aglutinante. Se trataría de algo que a menudo transforma a la víctima en verdadero y seguro cómplice: "A ti te han hecho y callas; tú harás y los demás callaremos; ellos harán y sus acólitos callarán..."
"Es sabido que todas las mafias confían más en quienes ya cómplice del crimen; en alguien que ya se ha mojado y ha de buscar protección o el amparo en la propia familia. Pues bien, parece que algo de eso ha funcionado también en la iglesia: la fidelidad que en la mafia otorga el bautismo de fuego la podría dar aquí el bautismo de pederastia. Si esto es cierto, el mayor pecado de esta iglesia no habría sido tan sólo disimular el crimen "deslocalizando" a los curas predadores y mandándolos a otros caladeros donde era verosímil que siguieran pescando. No, su gran pecado no consistiría en haber escondido el crimen, sino haberlo eventualmente administrado. E incluso, dirán algunos, de haberlos estimulado, si se tiene en cuenta la tendencia a abusar de los niños que se desarrolla entre quienes fueron objeto de ello."
"De ahí la queja de las 5600 víctimas asociadas por esos abusos, ante el ex cardenal [más bien ex arzobispo de Boston) Bernard Law, encargado de oficiar la misa de difuntos de Juan Pablo II en Santa María la Mayor..."
Actualización: La Jornada reporta hoy la visita a México del fiscal enviado por el Vaticano para recabar pruebas contra el Padre Maciel. El sacerdote maltés Charles J. Scicluna entrevistó a 30 personas que hablaron de su experiencia de abuso cometida hace muchos años - y a pesar del tiempo, con lágrimas de por medio.
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