Alicia tiene una fiera inteligencia, y ésta ilumina su única y creciente ambición: el tener una decente educación que la levante y la lleve fuera de su ambiente hacia una vida mejor. Le parece a ella que eso es como un viaje a Marte.
"Parece imposible," dice Alicia, con una vista tímida y distante. Ella ha empezado la preparatoria, habiéndose probado como una de las chicas más brillantes de su ciudad, con sólo dieces, y con un excepcional talento para las matemáticas.
"Mi familia no tiene dinero para la universidad," ella dice. "Probablemente nunca vaya, aunque me encantaría. Mi educación ha sido difícil. Mis maestros están capacitados en enseñanza, no en matemáticas o en ciencia. Es un problema para ellos el enseñarme lo que necesito ser enseñada. El aprender lo que yo quiero saber. Y quiero saber tanto."
Su padre, David Osuna, 46, trabaja medio tiempo vendiendo partes usadas de autos. Tiene buenas y malas semanas. Su madre, Alicia Álvarez, 48, cuida la casa. Ellos han proveído a sus hijos con lo básico en la vida: alimento, ropa, abrigo. Su delgada, obediente y pensativa hija es un poca misteriosa para ellos....
La economía de México ha estado plana por casi cinco años. La pobreza está siempre presente. La clase media es pequeña, y se ha estado encojiendo por una generación. Entrar en los Estados Unidos es a menudo el único camino disponible.
Alicia ha visto lo que hay más allá de la línea, habiendo viajado con su tío y primos en viajes cortos a Los Angeles, San Diego y Riverside, a medios camino entre Los Angeles y Palm Springs. "Me encanta Riverside, es lo mejor, es tan limpio," ella dice. "Tanto verdor, tantos árboles. Es el lugar más limpio y verde que haya visto."
Pero Alicia dice que la idea de cruzar la frontera para vivir y trabajar no le atrae. "No quiero migrar," ella dice llanamente. No hay un camino legal para ella, y ella no quiere vivir como una profuga.
Ella está un poco mejor que muchos jóvenes mexicanos, especialmente los millones viviendo en el campo, donde sus familias luchan por comer lo suficiente, y ella no quiere arriesgar lo poco que tiene por una apuesta en una tierra extraña....
México ha hecho adelantos en la educación pública en los pasados 25 años, especialmente en escuelas primarias, pero no lo suficiente. Sólo uno de cada siete niños que entran a primer grado terminan la preparatoria.
"Quizá la mitad de los estudiantes que terminan octavo grado no tienen acceso a la preparatoria," dice Rafael Rangel, rector del Tec de Monterrey, la universidad más prestigiada de México. "No hemos construído suficientes preparatorias ni capacitado a los profesores suficientes. Es una situación terrible. Muchos de los jóvenes que logran la preparatoria no tienen acceso a la universidad."
"No hay problema más grande en México," dice él.
Si Alicia lucha por las respuestas, también su país. Su vida tiene una larga lista de preguntas, incluyendo la mayor de todas: qué seré cuando creza.
México está lleno de muchas Alicias. Ojalá ésta Alicia consiga que su sueño se le haga realidad.
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