"... La conmoción de la muerte del Papa se localiza en la plaza de San Pedro y en la Avenida de la Concilición. Fuera del perímetro sagrado, Roma bulle aparentemente ajena al luto. Ni siquiera parece domingo.
Los negocios están abiertos, la Fontana de Trevi no da abasto para contener la afluencia de turistas y la Via del Corso aloja miles de personas con hambre de helados y de compras. Síntomas de mundanidad que contradicen la noticia de la muerte de un Papa histórico. Roma, caput mundi, permanece abarrotada de mercaderes..."
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